Lo que pasó con los migrantes que trabajaron tras el 11 de septiembre
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Ecuador

"Dimos la vida limpiando en Nueva York tras ataques del 11 de septiembre de 2001 y estamos enfermos y en el olvido": inmigrantes narran su dolor (FOTOS y VIDEO)

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Nueva York, 11 de septiembre 2001. La muerte sobrevolaba en un campo de guerra. La imagen era devastadora. Todo olía a cemento y una densa polvareda de miles y miles de escombros nublaba la visión. Ese día, dos aviones acabaron  con las emblemáticas Torres Gemelas y el desastre ameritaba la acción de un ejército de […]

“Que la gente que limpió no tenga papeles es una injusticia porque perdió lo más preciado, que es la salud. Ahí no hay plata que valga (...) La salud no tiene precio", dice la colombiana Rubiela Arias. Foto: Ed Jones/ AFP
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Nueva York, 11 de septiembre 2001. La muerte sobrevolaba en un campo de guerra. La imagen era devastadora. Todo olía a cemento y una densa polvareda de miles y miles de escombros nublaba la visión. Ese día, dos aviones acabaron  con las emblemáticas Torres Gemelas y el desastre ameritaba la acción de un ejército de colaboradores para limpiar.

Al amplio sector de la devastación, un impresionante cráter, pasó a llamarse “Zona Cero”. Había mucho por hacer. Había que secar las lágrimas, respirar hondo y mirar hacia adelante. Cuatro días después de la emergencia en la Gran Manzana comenzaron a llegar para el honroso puesto de limpiadores miles de inmigrantes. La solidaridad era el denominador común.

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"Cuando uno se ofreció para ir a trabajar no preguntaron ‘¿Tú eres ciudadano?’ ‘¿Tú eres residente?". Así recuerda una guatemalteca que dedicó parte de su día a día para ayudar a devolver la esperanza a Nueva York.
Dos décadas después, para Rosa Duque, y cientos de compañeros inmigrantes, la realidad es otra. Son los grandes olvidados. Héroes, ayer; desconocidos, hoy.

La agencia AFP conversó con un grupo de estos limpiadores de la Zona Cero de 2001. La mayoría ha enfermado, a raíz del contacto con material cancerígeno y tóxico al que se expusieron y así resumen su dolor:

El 15 de septiembre de 2001 a las 7:00 am, Lucelly Gil se adentró en el inmenso nubarrón de polvo tóxico que dejó el derrumbe de las Torres Gemelas. A partir de ese momento recogería allí escombros hasta 12 horas por día, cada día, durante seis meses.

Hoy, esta colombiana de 65 años sin papeles vive con las secuelas de ese trabajo: es sobreviviente de cáncer de mama -uno de los más frecuentes en las mujeres que estuvieron en el sitio de los atentados-, tiene un brazo inutilizado que le provoca tanto dolor que la hace llorar a diario y sufre de depresión.

La trabajadora social Rosa Bramble, de origen venezolano, desde 2010 lidera el grupo "Fronteras de Esperanza" de forma voluntaria en su consultorio de Queens. Afirma: Muchos limpiadores sin papeles fueron deportados. Foto: Ed Jones/ AFP

Durante ocho meses tras los atentados, decenas de miles de personas -muchos de ellos inmigrantes– limpiaron la Zona Cero, donde se erguía el World Trade Center, vaciaron y demolieron otros edificios dañados, y retiraron 1,8 millones de toneladas de escombros del área a cambio de unos 7,5 a 10 dólares la hora, un salario apenas superior al mínimo en la época.

No lo sabían entonces, pero la exposición al asbesto y a otros materiales tóxicos como el plomo les acarrearía cáncer, asbestosis y un sinfín de enfermedades respiratorias, además de estrés postraumático, ansiedad y depresión.

Gil recuerda que tras trabajar tantas horas, a veces hallando restos humanos, "me iba para casa y pensaba que estaba todavía limpiando". "Casi enloquezco".

Gil aún sueña con convertirse en residente legal de Estados Unidos como premio por ese empleo que la dejó inhabilitada para trabajar de por vida.

Un exrepresentante demócrata de Nueva York llegó incluso a presentar un proyecto de ley en este sentido en 2017, pero nunca fue debatido en el Congreso.

La colombiana Rubiela Arias, de 57 años, dicen tajantemente: "Estamos en el olvido".

"Que la gente que limpió no tenga papeles es una injusticia porque perdió lo más preciado, que es la salud. Ahí no hay plata que valga (…) La salud no tiene precio", asevera la mujer, quien vive en una modesta habitación que alquila en Queens con la ayuda de su hijo.

Arias, quien lucha hace años por la legalización de los hispanos que limpiaron "el cementerio gigante" de la Zona Cero, padece desde entonces varias enfermedades respiratorias y estomacales, además de estrés postraumático, entre otras dolencias mentales.

La mayoría de los limpiadores del 11 de septiembre de 2001 goza de una completa cobertura médica a través del programa de salud federal del World Trade Center, pero muchos no han recibido indemnizaciones.

Varios de los limpiadores de la llamada Zona Cero sufren al recordar lo que vieron tras los atentados a las Torres Gemelas. Sufren de ansiedad. Foto: Ed Jones/AFP

"Di mi vida". Franklin, un limpiador peruano indocumentado de 50 años con varios males respiratorios que decidió regresar de Nueva York a Lima en 2019 para despedirse de su madre enferma, a quien no veía hace dos décadas.

Cuando intentó regresar para seguir el tratamiento médico que le garantiza el programa de salud del WTC, en el cual fue aceptado, y reclamar una compensación financiera, la embajada estadounidense en Lima le negó la visa.

En junio intentó dos veces cruzar ilegalmente la frontera entre México y Estados Unidos con la ayuda de coyotes, pero fue deportado a México ambas veces.

"Yo prácticamente di mi vida por la limpieza de la Zona Cero y no creo que sea justo que me estén pagando de esta manera. Ya ni sé qué esperar de la vida", dijo entonces desesperado a la AFP por teléfono desde una casa de Ciudad Juárez donde los coyotes lo encerraron hasta que llegó el momento del tercer intento, finalmente exitoso.

Triste realidad
Más de 2.000 limpiadores, rescatistas y policías murieron debido a enfermedades vinculadas al 11/9, según el fondo federal de indemnización a las víctimas.

En los últimos años, muchos limpiadores indocumentados, algunos enfermos, "fueron deportados", asegura la trabajadora social Rosa Bramble, que desde 2010 lidera el grupo "Fronteras de Esperanza" de forma voluntaria en su consultorio de Queens.

Otros regresaron a morir a sus países, porque estaban enfermos y no podían trabajar para mantenerse. "Aquí no podían pagar un alquiler", dice esta profesora de la Universidad de Columbia, de origen venezolano.

Algunos trabajadores que demandaron a la ciudad de Nueva York y a las compañías que los empleaban consiguieron ser indemnizados. Además, el Congreso aprobó en 2011 el pago de indemnizaciones federales, con un máximo de 250.000 dólares para un cáncer vinculado al 11/9.

Lucelly Gil recibió 40.000 dólares en 2018, pero sin poder trabajar, el dinero se le acabó cuando pagó deudas y el alquiler atrasado.

"A los latinos nos discriminaron en relación a los otros trabajadores del 11/9", asegura.

(I)
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