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Cruceros de lujo apuntan a la Antártida

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Antártida – AFP Ni palmeras ni arena fina. Ante unos desconcertados pingüinos, cuerpos casi desnudos se zambullen en las gélidas aguas de la Antártida, un confín hasta hace poco reservado a la investigación científica y al que ahora llegan turistas, o mejor dicho “invitados” adinerados y seducidos por la idea de conocer lugares amenazados por […]

El continente es considerado el codiciado destino del "turismo de última oportunidad". Foto: AFP
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Antártida – AFP

Ni palmeras ni arena fina. Ante unos desconcertados pingüinos, cuerpos casi desnudos se zambullen en las gélidas aguas de la Antártida, un confín hasta hace poco reservado a la investigación científica y al que ahora llegan turistas, o mejor dicho “invitados” adinerados y seducidos por la idea de conocer lugares amenazados por el cambio climático, el llamado turismo "de última oportunidad".

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El continente de todos los superlativos –el más frío, el más ventoso, el más seco, el más remoto, el más desierto, el más inhóspito–, la Antártida, tan estéril como llena de vida, es hoy uno de esos destinos.

"No es una playa típica, pero es genial", agrega Carlsen, un barbudo noruego de 58 años, después de su "zambullida polar" en el paralelo 62 sur.

Él es uno de los 430 pasajeros del Roald Amundsen, el primer buque de propulsión híbrida del mundo, que se une a los cruceros que se aventuran en rincones cada vez más remotos y vírgenes.

Las excursiones en tierra van acompañadas de una serie de consignas: limpiar sus efectos personales para no introducir especies invasoras, permanecer a una distancia respetuosa de los animales y no recoger nada para llevarse.

Los "invitados" son generalmente personas mayores, a menudo jubilados que han viajado mucho. "Mi país número 107", deja caer un danés.

Estos "exploradores" pueden elegir entre tres restaurantes y un menú que va desde comida callejera hasta los platos más selectos.

Son "invitados" con un cierto poder adquisitivo, que les permite pagar cerca de 8.000 dólares cada uno por una travesía de 18 días en un camarote estándar, y hasta 27.000 dólares por la suite con terraza privada y bañera de hidromasaje.

Algunas compañías dependen en buena medida de sus cruceros de ultralujo con barcos al estilo James Bond, con suites de más de 200 m2 y servicio de mayordomo.

Con un hidroavión como extra, el megayate SeaDream Innovation realizará cruceros de 88 días "de polo a polo", proyecto a partir del 2021. (I)

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