Creciente número de médicos en el país no alivia el sistema de salud

Prisilla Jácome / Especial para Diario Qué!

Annabell Apolo Martínez no recuerda haber tenido en su infancia alguna otra aspiración que cumplir la edad suficiente para ir a la universidad y estudiar Medicina. En su mente nunca hubo espacio para más opciones. Ninguna otra profesión la enamoraba tanto como aquella con la que se sentiría aliviadora del dolor ajeno, protectora y servicial.

En 2012, después de tomar cursos que la capacitaron para dar un examen que le asegurase un cupo en la educación pública, comenzó su aventura académica en la Universidad de Guayaquil. Ocho años después, y en medio de una pandemia, Anabel está a solo días de obtener el título que confirma ante la ley que logró su anhelado sueño de niña.

Este octubre, mes tentativo en el que se oficializará la titulación, Annabell formará parte de una nueva camada de profesionales médicos en Ecuador y de una cifra que durante los últimos años ha demostrado una sostenida tendencia al alza.

En abril pasado, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) publicó el último Registro Estadístico de Recursos y Actividades de Salud (RAS), que se emite anualmente y en que se recogen datos como personal del sistema de salud, consultas de morbilidad, de prevención y otros aspectos relacionados.

En el documento se indica que hasta el 2018 se registraron 39 908 nuevos médicos, lo que representa un aumento del 7,01 % con respecto al año anterior (37 293). Pero el panorama luce aún mejor si se hace una comparación histórica, puesto que en el 2000 la cifra era de 10 304 profesionales. Es decir, hubo un incremento del 287,31 % de médicos durante los últimos 18 años.

Las cifras también pintan favorables si se tiene en cuenta que para 2018 la tasa de profesionales de la salud por cada 10 000 habitantes se calculó en 23,44 frente al 8,22 del 2000, una comparación que evidencia una diferencia del 185,16 %.

Este incremento numérico debería interpretarse como una victoria si se tiene en cuenta que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que existan como mínimo 23 médicos por cada 10 000 ciudadanos para prestar servicios esenciales de salud. Entonces, si actualmente se cuenta con la cantidad de especialistas por sobre la media, ¿por qué Ecuador es uno de los países de Latinoamérica que más padece por la atención médica, sobre todo durante la pandemia?

Según Francisco Andino, epidemiólogo y exministro de Salud, la respuesta radica en la falta de conexión entre la academia y la realidad del sistema médico nacional.

“La política de recursos humanos dentro del sector de la salud ha sido una política descoyunturada entre los entes formadores y las necesidades que se tienen dentro del sistema sanitario, a tal punto que las especialidades que siguen reinando son especialidades básicas, en tanto que se necesitan otros profesionales o estrategias de formación para poder ir cubriendo las necesidades del sistema sanitario. Mucho más cuando ya existen unidades operativas que son nivel 4 (con infraestructura técnica) donde se necesitan subespecialidades y no solamente en número de médicos sino también en calidad de formación; calidad en un sentido de necesidad frente al sistema sanitario”, explica Andino.

Así pues, acorde con el especialista guayaquileño, el número de nuevos médicos corresponde más a una lista de profesionales que satisfarían necesidades básicas de la población y más no a la de nuevos médicos que podrían hacer evolucionar el nivel de atención.

La ausencia de especialidades médicas en el país es un argumento con el que concuerda Francisco Plaza Bohórquez, expresidente del Colegio de Médicos del Guayas y de la Federación Médica Ecuatoriana.

Plaza argumenta que los jóvenes que salen de las universidades se enfrentan a un escenario ante el que prefieren irse a estudiar a Europa o a países como Argentina o Estados Unidos, principalmente. “(En el país) no existe la infraestructura, ni las herramientas para ejercer adecuadamente todos los conocimientos que ellos (los médicos) han adquirido fuera del país”, indica el cirujano, quien, a diferencia de Andino, considera que el país no cuenta con la infraestructura e insumos necesarios para ejercer adecuadamente.

“Un médico que se va a formar en cualquier especialidad y se gradúa como neurocirujano, por ejemplo, de un posgrado en Estados Unidos está preparado y listo para manejar un (vehículo de) Fórmula 1 y el único sitio donde tienen un Fórmula 1 para manejar es allá mismo. Si regresa a Ecuador, ese piloto, en este caso el médico que se capacitó, va a venir acá a manejar un camión viejo del año 1950, entonces, es frustrante la situación de haberse preparado tanto para prácticamente no poder ejercer la experticia y conocimientos que adquirió durante la especialización”, agrega.

Si bien el nivel académico y el estado del sistema de salud actual permiten entender por qué las cifras no son tan positivas como aparentan, otro factor que también aporta a la comprensión es pensar la situación en una dimensión geográfica.

En el apartado de la tasa de médicos por provincias del RAS se expone que para el 2018 la provincia de Pastaza figuró con 33,68 médicos por cada 10 000 habitantes, seguido por Galápagos con 32,72 y Orellana con 32,66. Un top que sitúa a provincias del oriente selvático y de la región del archipiélago como líderes y más bien deja a otras a niveles inferiores.

Por ejemplo, Pichincha se ubica en el quinto puesto con 30,39 y Guayas, en el décimo tercer puesto con 22,77, tres lugares por debajo de la media nacional. Mientras tanto cada año se gradúan, al igual que Annabell, miles de estudiantes, pero esta no parece ser la receta efectiva.

Datos:

• Mientras Pastaza tiene 33,68 médicos por cada 10000 habitantes, Los Ríos llega a 13,93.
• Entre 2000 y 2018 se registró un incremento de 5379 auxiliares de enfermería y 19752 enfermeras.
• En 2018, el sector público presentó el mayor número de profesionales de salud, la participación más alta es de los odontólogos con 92,57 %, mientras que los médicos alcanzaron un 74,08 %.

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