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Expectativas, reencuentros y temores al aplicarse plan piloto para el retorno a las aulas en tres colegios de Quito, pese a pandemia

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Desde el 28 de septiembre pasado, todos los días, a las 07:30, se forman dos filas en la entrada del colegio Pachamama, ubicado en Tumbaco, valles al oriente de Quito. Una es para los estudiantes de colegio y otra, desde este 5 de octubre, para los niños de la escuela. Este es el primer paso […]

Previo a la fase experimental, el Comité de Operaciones de Emergencia (COE) aprobó los planes de los tres colegios privados. Foto: Andrés Salazar
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Desde el 28 de septiembre pasado, todos los días, a las 07:30, se forman dos filas en la entrada del colegio Pachamama, ubicado en Tumbaco, valles al oriente de Quito. Una es para los estudiantes de colegio y otra, desde este 5 de octubre, para los niños de la escuela. Este es el primer paso de los protocolos de bioseguridad adoptados por este establecimiento en su plan piloto para el retorno parcial de alumnos a clases presenciales.

Antes del ingreso, un empleado del colegio registra el nombre y la temperatura de cada estudiante. Mediante “runas” (logo del colegio) pintadas en el piso, entran en grupos de tres y son dirigidos hacia un punto de desinfección de manos y calzado.

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Escoltados por sus profesores, caminan por los corredores y llegan a una estación de lavado de manos. El dispensador automático de jabón funciona con un sensor de proximidad y el lavamanos, con un pedal. Al lado, hay toallas de papel y un basurero. Una vez concluida esta rutina, ingresan a las aulas.

A Yacu Cuenca, de 11 años, le molestan las medidas de bioseguridad. “No me parece lindo usar la mascarilla, no nos la podemos sacar; tampoco me gusta usar gel”, dice, puesto un tapabocas de color negro. Sin embargo, volver a las aulas le hace feliz. Liv Armas, de 9 años, también está contenta, pues estaba cansada de ver la pantalla y extrañaba la vida de escuela.

Dominik Gorris, director administrativo del Pachamama, indica que al momento asiste el 20% del plantel; es decir, 120 estudiantes desde el nivel inicial hasta el colegio. A las aulas ingresan un máximo de 8 alumnos.

El Pachamama es el primer colegio en aplicar el plan piloto que combina clases presenciales y virtuales. Luego empezó el colegio Internacional SEK -en sus sedes de Quito y Tumbaco- y están por abrirse las puertas del colegio Alemán, en Lumbisí, también en las afueras de la capital.

Previo a esta fase experimental, el Comité de Operaciones de Emergencia (COE) aprobó los planes de los tres colegios privados.

El Ministerio de Educación vigilará el proceso. Su departamento de comunicación aseguró a EL UNIVERSO que se ha elaborado un cronograma de visitas a estos establecimientos educativos y que entre los parámetros de evaluación estarán el cumplimiento de actividades curriculares, pedagógicas, de apoyo psicosocial y medidas de autocuidado (distanciamiento físico, lavado de manos y uso de la mascarilla), así como el material suficiente para la limpieza e higiene personal.

Además, una comisión conformada por funcionarios de los ministerios de Salud y de Educación, del COE cantonal y del Municipio prevé hacer visitas de supervisión cada 15 días.

Pablo Montenegro, director de admisiones del SEK Los Valles, afirma que allí también se cumplen rigurosos protocolos de bioseguridad, contemplados en el plan piloto aprobado por el COE. Explica, por ejemplo, que los estudiantes de modalidad virtual reciben algunas clases con sus compañeros que asisten al aula, y que hay asignaturas en las que solo están con su profesor, en un horario diferenciado.

Una metodología similar se aplica en el Pachamama. “Los profesores están trabajando con un sistema simultáneo de cámaras, que permite que la clase que se está impartiendo en el aula se transmita en vivo, con buena resolución y audio para los estudiantes que están en casa. Así, todos tienen la oportunidad de interactuar”, manifestó Gorris.

Dudas en padres y estudiantes

Gabriela Álvarez, madre de un estudiante del colegio Pachamama, destaca que el cambio de modalidad le sirvió a su hijo Juan David, especialmente, en el aspecto anímico. También dice que los protocolos implementados por la institución le dan tranquilidad.

La misma opinión tiene Viviana Veloz. Decidió que sus dos hijos, de 8 y 10 años, regresaran a la escuela, porque no estaban acostumbrados a la jornada académica completamente frente a pantallas. El retorno, anota, les servirá para relacionarse nuevamente con sus compañeros, a pesar del distanciamiento.

Analí Rosero, por su parte, prefiere no enviar a sus hijas, de 7 y 11 años, porque en julio la familia se enfermó de COVID-19 y teme que se genere una nueva cadena de contagio. Además, dice, ya se ha organizado la vida del hogar para la modalidad virtual.

Otra madre de familia del colegio SEK, que pidió la reserva, aún no se decide a enviar a clases a su hija de 9 años, debido al riesgo de un posible rebrote de COVID-19. A la vez, le preocupa que los estudiantes de la modalidad virtual no tengan el mismo trato que los que asistan. “Hay materias que no se pueden dar porque no están asistiendo, como natación y chino mandarín. Esas materias no han sido reemplazadas”, agregó.

Las autoridades del SEK explicaron que se han suspendido algunas materias para enfocarse en el currículo educativo del Ministerio de Educación y por precautelar la salud de los estudiantes.

Santiago Reátegui, alumno de tercero de bachillerato del SEK Los Valles, espera volver a la modalidad presencial. “Es mucho más fácil estar concentrado en lo que dice un profesor y, además, es mejor estar con algunos amigos”, dijo Santiago. Sobre las opiniones que ha escuchado de sus compañeros, comenta que hay criterios divididos: algunos quieren volver, pero otros temen contagiarse y poner en riesgo a sus familiares.

La mayoría sigue en modo virtual

Los planes piloto aprobados por el COE a los tres colegios representan un pequeño segmento de los estudiantes de primaria y secundaria de la capital.

Menos de 200 estudiantes forman parte de este plan de retorno progresivo a clases de manera presencial en Quito; mientras, entre instituciones particulares, fiscales, fiscomisionales y municipales hay 643.585 estudiantes en el Distrito Metropolitano de Quito, según el Ministerio de Educación.

Para una eventual aprobación de nuevos planes de reanudación de clases presenciales en conjunto con virtuales, las autoridades tomarán en cuenta la infraestructura y la capacidad de inversión para adecuaciones e implementos tecnológicos, requisitos que están aún lejos de las posibilidades de los establecimientos estatales y de menos recursos económicos, así como de sus alumnos. (I)

Fuente: EL UNIVERSO

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