Así de delicada está la situación de Diego Moncayo, atrapado en Ucrania
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Ecuador

Escapar del fantasma de la guerra es el dolor de cabeza para Diego Moncayo, el ecuatoriano que quedó atrapado en Ucrania

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Dos semanas de angustia llevan, en Ucrania, el joven Diego Moncayo y, en Ecuador, su madre, Jeaneth Mendoza. El joven, estudiante de filología, permanece en el pueblo de Shostka, del óblast (región) de Sumy, en el este del país asediado por tropas rusas. En esa zona quedó atrapado por la guerra  y la astucia de […]

Diego Moncayo está en casa de una amiga ucraniana, en pueblo de Shostka, del óblast (región) de Sumy. Foto: captura de video de TVC
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Dos semanas de angustia llevan, en Ucrania, el joven Diego Moncayo y, en Ecuador, su madre, Jeaneth Mendoza. El joven, estudiante de filología, permanece en el pueblo de Shostka, del óblast (región) de Sumy, en el este del país asediado por tropas rusas.

En esa zona quedó atrapado por la guerra  y la astucia de estafadores que le han mentido con ofertas de sacarle de esa zona sitiada por los tanques.

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Su madre, desde Quito, sufre el drama de su hijo a diario y lucha por que haya alguna puerta de salida para Diego, su muchacho de 20 años que se fue hace dos a Ucrania.

Tras enterarse de los bombardeos, escapó de Kiev con otro joven y dos chicas, todos ucranianos, pero por error tomó un tren que lo alejó de Polonia. Las circunstancias lo obligaron a quedarse y una de las compañeras alojó a los dos hombres en una habitación de su casa.

“Calma medio fea”, observa Diego Moncayo

Pasan los días y a Diego ya le han empezado a surgir las dudas de poder escapar del fantasma de la guerra, pese a que su madre asegura que anímicamente "está fuerte".

En Shostka la situación es más o menos tranquila, no se escuchan las grandes escaramuzas del conflicto, funcionan los bancos y se respira una aparente tranquilidad.

"Es una población que pienso ya está tomada por los rusos" y donde se vive "una calma media fea, pues tienen una aparente normalidad, funciona todo, pero están rodeados de tanques, rodeados de armamento", relató la madre.

Ahora, "los productos empiezan a escasear, ya que nadie puede entrar o salir" del pueblo, cuyas vías de acceso, todas, están cortadas.

Jeaneth Mendoza, en Quito, sufre el drama de su hijo a diario. Foto: EFE/ José Jácome

Estafadores se aprovechan del drama

Diego ha intentado huir del lugar en tres ocasiones, y ha recurrido a personas que le han prometido sacarle a cambio de dinero, aunque al final sólo han intentado aprovecharse de la situación, agregó Jeaneth.

Las autoridades han confirmado que "las vías están cortadas", lo que hace imposible realizar otro intento para escapar por cuenta propia, agregó la madre: "Las autoridades son nuestra única alternativa", remarcó este viernes 11 de marzo de 2022 a EFE.

La esperanza, lo último en perderse

Jeaneth ve un atisbo de esperanza ante el anuncio de las autoridades rusas de darle una salida por su territorio, aunque las ucranianas han advertido que no lo permitirían por la situación de guerra en la zona.

La Cruz Roja Internacional, en coordinación con Ecuador, ha ratificado que dará la mayor atención al caso de Diego Moncayo, y que intentará evacuarlo cuando haya alguna ventana abierta para hacerlo.

"Tenemos que confiar en los organismos internacionales" y en todo lo que pueda favorecer a Diego. "Nosotros no podemos hacer mucho" desde acá, se lamentó la madre.

Ella sabe que debe ir paso a paso y atender todas las aristas del problema. De momento está preocupada de cómo poder enviarle dinero para que subsista, pues la única condición para permanecer en la casa donde se encuentra es que colabore con la manutención de ese hogar.

"Diego está muy apenado, Ucrania era como su segunda nacionalidad, sufre al ver a los ucranianos, son gente pobre, viven el día a día", comentó la madre sobre las conversaciones que permanentemente tiene con su hijo a través del "bendito celular".

Ella, como su hijo, demuestra la fuerza de carácter para sobrellevar este vía crucis, pero asegura: "Es una impotencia, el no saber, el vivir el día a día", así como "la incertidumbre que si va a morir o no".

Por eso, "debemos hacer lo mejor para que regrese", apostilló la madre.

(I)

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