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Alberta Vallarino, la ganadora de Tiempo Extra de MasterChef Ecuador, habla sobre su lucha contra el cáncer de ovario y cómo con tratamientos naturales logró superar la dura enfermedad
Alberta Vallarino, la ganadora de Tiempo Extra de MasterChef Ecuador, habló sobre su lucha contra el cáncer de ovario, y cómo con el poder de la mente y tratamientos naturales logró superar la dura enfermedad.
En un directo, la querida rebotóloga de la tercera temporada del reality de cocina, abrió su corazón con sus seguidores para contar su experiencia y además, cómo ella misma dijo, ayudar a otras personas que están pasando lo que ella atravesó.
La exparticipante de MasterChef contó que le diagnosticaron cáncer de ovario a los 32 años, hoy a sus 47 asegura que se siente más saludable que nunca, adoptó un estilo de alimentación que fue clave en su recuperación. Reveló que nunca sintió algún síntoma del cáncer, sólo algunos "granos como acné" que le empezaron a salir en el cuello y le dolían, luego de varias semanas decidió ir al médico y tras varios chequeos confirmaron que era cáncer etapa cuatro.
Contó que cuando recibió la noticia estaba sola ya que el que era su esposo en ese momento, la había dejado en el consultorio y se había ido, además reveló que no salió del lugar sin hacerse una biopsia para saber qué tan grave estaba a pesar que en ningún momento se sintió mal.
"Fui al consultorio de al lado y le pedí (al médico) que me hiciera la biopsia de una vez, me dijeron que tenía que esperar, pero no quería esperar, tenía que saber de una vez. Fue una locura pero era la desesperación mía por entender en ese momento lo que me estaba pasando y por salir de la angustia. Empezó una tormenta en mi cabeza, no sabía cómo reaccionar, no sabía qué hacer, eso te quita la paz".
La rebotóloga explicó que ese día, al hacerse la biopsia, vio "al monstruo que se la estaba comiendo por dentro". Añadió "mi cáncer estaba en el cuello del útero y se veía una cosa negra horrorosa, me asusté muchísimo".
Además, ese mismo día se lo contó al esposo y semanas después, cuando el siguiente paso era la histerectomía fue que se lo confesó al resto de su familia. "A mis hijos no les conté, ellos veían el proceso pero yo trataba de disimular lo que más podía por ellos", manifestó que tomó esa decisión por vergüenza.
"Eso es algo que las personas que pasamos por esto no debemos de hacer, yo lo hice porque sentí un poco de vergüenza porque yo diciendo si yo me siento bien, si estoy bien y no tengo ningún síntoma, no tengo derecho a estar así ¿Cómo le explico a la gente que tengo cáncer? era como una debilidad porque eso me causó más estrés".
Reveló que el miedo a la enfermedad provocó que en una semana perdiera mucho peso y se le cayera el cabello. En cuanto a la parte médica, el especialista le recomendó hacerse una operación para extirpar parte del útero o extraerlo todo, y ella dijo que prefería sacarlo todo.
Antes de la operación, su cuñado la puso en contacto con un científico sudafricano que estaba exiliado en Ecuador. Ella reveló que ese especialista le salvó la vida al comenzar a trabajar en su cuerpo de una forma novedosa. Alberta asegura que el médico le explicó que las enfermedades autoinmunes provienen de la mente, del miedo, estrés y de sentimientos heredados.
"El estrés es una de las peores sensaciones que puedes tener, es la primera causante de enfermedades de este tipo, no es solamente factor genético. Créanme lo que les digo, lo he estudiado, he investigado, he analizado, lo he vivido; más que genético, porque tú puedes heredar ciertas cosas, pero son emociones. No se heredan enfermedades se heredan emociones y a través de las emociones no resueltas comienzan las enfermedades causadas por el estrés", explicó.
Contó que luego de su histerectomía comenzó el tratamiento con el científico que duró año y medio y en donde empezó primero a sanar su mente, cambiar su alimentación y aplicar métodos naturales de sanación.
Dejó de comer carnes, pescados grandes, por la concentración de mercurio, eliminó radicalmente el consumo de azúcar, nada de enlatados, embutidos, ni cerveza o ningún tipo de fermentos y comenzó a practicar la autofagia.
La autofagia "es el sistema metabólico, es la capacidad que tiene el cuerpo de autoregenerarse, la autofagia quiere decir autocomerse, consumirse, destruirse. Autofagia es autoconsumo, quiere decir que el cuerpo tiene la capacidad de autodestruir las células dañadas o que se pueden transformar en cancerígenas pero ¿de qué depende? De mantenerte en un periodo sin comer calorías externas para que el cuerpo pueda trabajar a través de su propia quema de calorías. El proceso de autofagia no funciona si hay calorías externas en tu cuerpo".
Alberta explicó que la practica haciendo lo que también se conoce como ayuno intermitente y afirma que puede estar entre 14 a 18 horas sin comer.
El médico experimental también trabajaba con su mente. “Él decía que el cáncer es como una enfermedad más, no es una enfermedad mortal, el problema es en qué momento lo descubres y en cómo lo llevas, porque el miedo es el causante de la muerte del 90% de los casos de cáncer", afirmó.
Además de la forma de alimentación, Alberta usaba una pasta hecha de plantas que tenía que ponerse en el cuerpo, estas tenían la función de extraer las células cancerígenas de su organismo. Hizo este tratamiento de 3 a 4 veces, dejó una cicatriz en su pierna y le provocaban síntomas como si fuese una quimioterapia.
"Yo tenía que ponerme la pasta de plantas en el cuerpo y esa pasta, con la sustancia que suelta, va a atraer las células cancerígenas y por ahí, por la piel van a salir. Por eso mi tatuaje en la pierna, porque me quedó una cicatriz, pero era fea, aunque yo decía que la iba a llevar con orgullo porque por allí sane mi cuerpo en un 90%. Agregó que "la sensación era como una quimioterapia, se me dormía la mitad del cuerpo, vomitaba y vomitaba porque, aunque naturales, igual eran toxinas que entraban por mi pierna al torrente sanguíneo pero estas toxinas solamente afectaban a las personas con células cancerígenas, mi hermana se la puso y no le pasó nada y a mí me daba dolor".
Precisó que llegó a ver cómo una sustancia salía de su pierna. "Yo no sé si es la fe o él (el médico), me explicó algo que tenía mucho sentido, él salvó muchas vidas a nivel mundial y yo tuve la suerte de caer en manos de él y hacerme el tratamiento".
Ese procedimiento lo alternaba con el consumo de unas gotas, también extraídas de una planta tóxica. La dosis debía ir subiendo desde una gota hasta completar una cucharada, lo logró al cabo de un año y meses después el doctor le dio el alta.
Asegura que a sus 47 años se siente mejor que nunca y lamentablemente no puede recomendar al médico porque ya murió. "Cada día me siento mejor, investigo mucho leo mucho para poder entender cómo funciona el cuerpo y sacarle el mayor provecho y creo que lo estoy logrando y es algo que quiero compartir con la gente porque es un tema de cómo funciona el cuerpo a nivel celular, a nivel fisionómico. Todo está ligado a nuestro comportamiento, somos y reflejamos lo que comemos y pensamos".
Alega que mantiene la alimentación y el ayuno y que su enfermedad es cosa del pasado. "Para mí la enfermedad ahora es una historia más qué contar", puntualizó.
(E)
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