Ecuador
¡Hace 490 años la Virgen de Guadalupe bajó al Tepeyac!, conoce cómo fue su encuentro con san Juan Diego (VIDEO)
México y los devotos de su Morenita del Tepeyac celebran, con júbilo, este 12 de diciembre el 490º aniversario de las apariciones de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego.
La pandemia del covid-19 vuelve a marcar la festividad, pero a diferencia del año pasado, este domingo las puertas de la Basílica de Guadalupe estarán abiertas, pero la estancia del peregrino en el santuario no podrá ser mayor a 15 minutos.
Ese tiempo será suficiente para dar gracias, pagar promesas y pedir otro favor a la Morenita, venerada por millones de mexicanos dentro y fuera del país. De algo se está seguro al ser devoto guadalupano: en cualquier lugar en el que se encuentre este 12 de diciembre su mente y corazón serán capillas ardientes de amor mariano para Ella. Este domingo, los feligreses recordarán la importancia que tiene en la historia de su amada Patrona el indígena Juan Diego, nacido 1474 en Cuauhtitlán. El hoy también santo Juan Pablo II lo llamó ‘Confidente de la dulce Señora del Tepeyac’. Este mismo Papa lo declaró santo el 31 de julio de 2002.
Para expertos en la devoción a la Virgen señalan que más que una aparición, lo ocurrido con la Guadalupe es una mariofanía. Te contamos por qué.
La periodista Macky Arenas, citada en Gloria TV, señala: Los únicos casos de apariciones en el mundo en los que la Virgen ha dejado, no solo testigos sino también constancia física, son Guadalupe en México y la Virgen de Coromoto en Venezuela.
La imagen de la Guadulapa en la tilma de Juan Diego explica que es una mariofanía, esa es la constancia irrebatible de que el hecho sucedió, a Ella la vio el noble indígena.
De Aciprensa extraemos: “Un sábado de 1531 a principios de diciembre, un indio llamado Juan Diego, iba muy de madrugada del pueblo en que residía a la ciudad de México a asistir a sus clases de catecismo y a oír la misa. Al llegar junto al cerro llamado Tepeyac amanecía y escuchó una voz que lo llamaba por su nombre.
Él subió a la cumbre y vio a una Señora de sobrehumana belleza, cuyo vestido era brillante como el sol, la cual con palabras muy amables y atentas le dijo: "Juanito: el más pequeño de mis hijos, yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive. Deseo vivamente que se me construya aquí un templo, para en él mostrar y prodigar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa a todos los moradores de esta tierra y a todos los que me invoquen y en Mí confíen. Ve donde el señor obispo y dile que deseo un templo en este llano. Anda y pon en ello todo tu esfuerzo".
Varias veces fue Juan Diego ante el prelado, pero este le pedía una señal.
Una mañana Juan Diego no pudo volver al cerro pues su tío Juan Bernardino estaba muy enfermo. La madrugada del 12 de diciembre, Juan Diego marchó a prisa para conseguir un sacerdote a su tío pues se estaba muriendo. Al llegar al lugar por donde debía encontrarse con la Señora prefirió tomar otro camino para evitarla. De pronto María salió a su encuentro y le preguntó a dónde iba.
El indio avergonzado le explicó lo que ocurría. La Virgen dijo a Juan Diego que no se preocupara, que su tío no moriría y que ya estaba sano. Entonces el indígena le pidió la señal que debía llevar al obispo. María le dijo que subiera a la cumbre del cerro donde halló rosas de Castilla frescas y poniéndose la tilma, cortó cuantas pudo y se las llevó al obispo.
Una vez ante monseñor Zumarraga, Juan Diego desplegó su manta, cayeron al suelo las rosas y en la tilma estaba pintada con lo que hoy se conoce como la imagen de la Virgen de Guadalupe. Viendo esto, el obispo llevó la imagen santa a la Iglesia mayor y edificó una ermita en el lugar que había señalado el indio.
Pío X la proclamó como "Patrona de toda la América Latina", Pío XI de todas las "Américas", Pío XII la llamó "Emperatriz de las Américas" y Juan XXIII "La Misionera Celeste del Nuevo Mundo" y "la Madre de las Américas".
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