El reciclaje es un motor industrial
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El reciclaje es un motor industrial: A través del peletizado se elaboran productos

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El ruido es ensordecedor y el olor de millones de pequeños trozos de plástico quemados a más de 180 grados inunda el ventilado ambiente. Obreros con su respectivas mascarillas y máquinas extrusoras funcionando en toda su capacidad. Así se desarrolla el día a día en una industria que hace posible que toneladas de residuos plásticos […]

Este es el acabado final que tienen toneladas de residuos plásticos, sobre todo del sector industrial. Fotos: José Tumbaco
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El ruido es ensordecedor y el olor de millones de pequeños trozos de plástico quemados a más de 180 grados inunda el ventilado ambiente.

Obreros con su respectivas mascarillas y máquinas extrusoras funcionando en toda su capacidad. Así se desarrolla el día a día en una industria que hace posible que toneladas de residuos plásticos provenientes de empresas así como del posconsumo humano puedan transformarse en materiales de utilidad.

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Así funciona Proceplas, una empresa de elaboración de tuberías, rollos plásticos y accesorios industriales, perteneciente al Grupo Mario Bravo.

El material plástico clasificado se cocina, se enfría y luego se corta en hojuelas pequeñas.

Situada en la lotización Inmaconsa, en el km 10 de la vía a Daule y con más de 25 años de experiencia, la empresa recibe mensualmente hasta 300 toneladas de material (250 t posindustrial y 50 t posconsumo), detalla el líder de la producción José Bernal.

El pelet pasa por hornos que lo derriten y transforman en tuberías.

"Todo el material plástico lo recibimos desde nuestra planta en Lomas de Sargentillo. Son aproximadamente entre 60 y 70 proveedores", explica Bernal, quien especifica que cada mes le compran a un proveedor diferente para dinamizar la economía con todos.

El proceso que se trabaja con el material plástico recibido es el peletizado, donde una máquina extrusora convierte un material en pequeñas piezas redondas llamadas gránulos (pelet).

Se imprime a inyección los datos técnicos.

En un primer proceso, el material ya clasificado es cocinado a 180 grados y luego enfriado antes de pasar al cortador que arrojará el gránulo (pelet), según la calidad que se requiera. Con esos millones de gránulos empieza la fabricación de las mangueras, según la utilidad que la producción requiera.

"La calidad de este proceso garantizará que la tubería no explote o que su tiempo de utilidad se reduzca", señala Bernal.

Finalmente se enrollan y cortan.

Posteriormente, los gránulos se colocan en otra máquina donde se derriten y pasan por un molde para darle forma de manguera.

El proceso dura segundos. Finalmente, el tubo se enfría y llega a una especie de impresora láser (inyección) que marca la medida del tubo, lote, turno y fecha para supervisar la trazabilidad. La manguera se arrastra hasta una bobina gigante donde un operario la corta, según los metros que oferta la empresa.

El sector agrícola es uno de los grandes clientes de esta industria. (I)

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