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"La lucha por la conservación de nuestro planeta es global, debemos comenzar todos a entender y hablar el mismo idioma océano": Daniela Hill, fundadora de Amiguitos del Océano, abre su corazón ecológico

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En una conversación a profundidad, la bióloga Daniela Hill abre su corazón ecológico y nos cuenta de su inspiración detrás de Amiguitos del Océano, de su labor conservacionista y de sus proyectos venideros.

¿Cómo surge esta pasión personal por hacer labor en pro del océano y sus especies?

Desde niña siempre me atrajo el océano y la biodiversidad marina. Ver documentales de Jacques Cousteau y series de televisión mostrando imágenes de este lugar mágico con todos sus habitantes, fue la inspiración que me llevó a estudiar Biología y a ser buzo. Posteriormente, mientras ejercía mi profesión como bióloga y realizaba trabajos en áreas protegidas marino costeras levantando información submareal, hubo esta primera llamada de lo que llamo “compartir océano”, y me certifiqué como instructora de buceo para poder enseñar a las personas a bucear para que conozcan el océano y tengan su vivencia personal con el mar.

Siempre me ha gustado trabajar con personas y explorar la naturaleza. Tengo experiencia en trabajo técnico y social trabajando con comunidades costeras y diferentes audiencias. Los niños sobre todo, ha sido un grupo con el que me encanta trabajar porque hay espacio para sacar mi niña interior y retomar esas “ideas locas” y sueños que se gestan cuando somos pequeños. Siento que el amor que tengo por el océano es algo que no puede quedar solo en mí, hay tantas cosas maravillosas en el mar que es imposible no compartirlas. Sería muy egoísta el no compartir el bienestar que nos produce el océano y todas sus maravillas. Para mí, la educación es una vía para compartir océano. Luego el océano hace su magia sola, e inspira a todos a cuidarlo.

¿Qué te inspiró para crear Amiguitos del Océano y cuándo se hizo realidad?

Amiguitos del Océano nació por una experiencia con mi hija Ornella y sus compañeros cuando estaba en kinder. Ella ha estado bastante en contacto con el mar, y ha visto y escuchado sobre los problemas que el océano enfrenta. Su preocupación por las tortugas marinas y el plástico fue lo que hizo que me pidiera ir a su escuela a conversar con sus
amigos sobre lo que estaba pasando en el océano.

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Una conversación casual con el apoyo de videos en mi celular de animales marinos y de la basura que sacamos debajo del agua, fue el inicio de este proyecto que busca reconectar a las personas con el océano a través de la educación oceánica. Mi sorpresa fue que por la tarde, en el chat de padres de familia, muchos comenzaron a preguntar sobre mi visita y sobre los temas que habíamos tratado, porque ninguno sabía que iría a la escuela.

Estas preguntas de los padres y su retroalimentación, fue lo que me hizo ver el verdadero alcance que tiene la voz de los niños. Reflexionando sobre mis experiencias pasadas con adultos, los mensajes eran recibidos, pero no con tanto impacto como cuando un niño o una niña – ya sea tu hija, sobrina o nieta – te lo comunica. El lazo familiar, hace que resuene mucho más fuerte el mensaje. Comencé a dar charlas en escuelas privadas en un inicio, pero de acuerdo con mi experiencia previa en comunidades, sentía que el ir a escuelas fiscales era muy necesario y urgente para que haya un real entendimiento de las personas sobre su entorno, para que haya un apoyo más activo en la gestión de conservación. Así que en julio 2018 se inició el proyecto en Ayangue (Santa Elena).

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Con esta iniciativa, ¿Cuál ha sido el mayor logro que haz alcanzado y que te llena de orgullo?

Amiguitos del Océano ha sido uno de los procesos de aprendizaje de mi vida que más lecciones me ha dado de manera personal y laboral. Hay varias cosas que puedo decir me llenan de orgullo y alegría de toda esta experiencia. Primero, el retroceder 5 años atrás y ver cómo hemos venido creciendo poco a poco es algo que me emociona muchísimo y me llena de orgullo. Cuando empezó el proyecto era solo yo, el infocus y mis ganas de cambiar el mundo. Con la ayuda de 4 empresas y muy poco presupuesto, inició el programa de educación ambiental en escuelas fiscales, pero después de unos meses apareció Janice, y al año siguiente Bea, y luego Pachi, y luego Geovanny… y así vamos poquito a poquito creciendo. El esfuerzo que ha tomado el cristalizar la idea de compartir océano ha sido bastante ardua pero muy satisfactoria. Crear una fundación es fácil, pero mantenerla en un medio en el que no hay apoyo gubernamental y en donde debes ver e ingeniártela cómo obtener fondos para gestionar los proyectos, ha sido todo un desafío y una constante batalla de incertidumbre.

En la universidad no me enseñaron a ser emprendedora socioambiental ni a gestionar fondos, esto es algo que aprendí juntándome con personas maravillosas emprendedoras e involucrándome en el ecosistema de emprendimiento y de empresas privadas. He aprendido sobre temas que son ajenos a mi carrera, he salido de mi zona de confort muchas veces, y eso me ha hecho una persona resiliente.

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Estamos muy orgullosos como equipo de haber conseguido premios internacionales y locales, de ser una referencia local para la educación oceánica y de haber iniciado desde el año pasado, el primer programa de Educación Oceánica para Comunidades Sostenibles con el aval de la COI-Unesco (Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la Unesco). Creo que uno de los mayores logros es haberme ido encontrando con personas que sienten la misma pasión por el océano, y con quienes nos hemos permitido soñar en cambiar nuestro mundo desde aquí, con nuestra energía, con nuestros dones, construyendo juntos de poquito a poquito. A la fecha, hemos podido beneficiar a 15.549 personas entre niños (75.4%) y adultos (24.6%), en 40 comunidades. Hemos recolectado casi 5 toneladas de desechos en playas con 2.336 voluntarios, y a través de nuestro kit de educación oceánica en 1 año, 312 personas han disminuido su consumo de botellas de plástico evitando la producción de 208kg de plástico y que 728kg de CO 2 sean emitidos al ambiente. Hay muchas cosas que nos hinchan el corazón de gratitud.

Te sumas al programa de televisión Agentes de Cambio, ¿por qué apostar y ser parte de esta producción?

El ser parte de este proyecto es algo realmente emocionante. Desde el año pasado estoy colaborando con los Juegos del Cambio como ecoexperta de la Categoría Agua, y este año poder tener la oportunidad de estar en televisión nacional es algo increíble. Ha sido un honor que me hayan considerado para representar el Agua, me siento muy agradecida.

El proyecto en sí, y el equipo de personas que está detrás de la idea del proyecto, son personas con las que compartimos valores y la visión de que la educación ambiental es realmente transformadora. El unir esfuerzos en base a los elementos de la naturaleza hace referencia a la sinergia y colaboración necesaria para hacer un llamado urgente para el cuidado de nuestro planeta.

Entonces, cómo no ser parte de un proyecto tan lindo que busca unir ideas desde los niños para solucionar problemas que los grandes hemos causado; fomentar el trabajo en equipo y el cuidado de nuestro Planeta Océano y tener la oportunidad de hablar sobre la Cultura Oceánica a todo nuestro país. Es realmente muy emocionante todo esto.

Estás a cargo de liderar el primer capítulo, ¿Qué será lo que le enseñes al público en este episodio?

En el primer capítulo introduciremos el concepto de Cultura Oceánica. A nivel internacional, desde hace unos pocos años atrás, se está hablando sobre cultura oceánica como una vía de entendimiento de la importancia del océano en nuestras vidas. Por muchísimo tiempo, los esfuerzos de conservación y educación ambiental se han enfocado mucho más en ecosistemas terrestres, dejando a un lado todos los bienes y servicios que el océano nos provee y sin concebir la sinergia, dualidad y conectividad que ecosistemas terrestres tienen con los ecosistemas marino-costeros.

La cultura oceánica es una manera de entender la interrelación que tenemos con el océano en marco 7 principios que establece la COI-Unesco. El capítulo de Agua hace una pequeña introducción a este mundo que nos invita a explorar una nueva manera de integrar el conocimiento marino en un contexto general y local. Cuando hablamos de cultura oceánica no solo se habla de difundir el conocimiento científico sobre el océano, sino ver cómo desde lo social, lo económico, lo artístico, nuestros ancestros, la salud, y otros, también nos beneficiamos y relacionamos con el océano.

Existe muchísima información sobre el océano que en un solo capítulo no se puede abordar, pero con este pequeño preámbulo, buscamos generar curiosidad en las personas para seguir explorando todo lo que abarca la cultura oceánica y que los televidentes comiencen a familiarizarse con este nuevo proceso educativo para conocer el océano. No se pueden perder ni un capítulo están geniales.

¿Qué esperas motivar a los niños o televidentes que vean el programa?

Espero que los niños y adultos puedan conocer un poco más sobre el océano y que el capítulo les genere curiosidad y les provoque investigar más sobre el tema. La intención es poder compartir océano y llevar un poquito de mar a sus hogares. Esperamos también que comiencen a escuchar y entender nuevos conceptos que a nivel global se están trabajando para todos hablar unir esfuerzos hacia un objetivo común. La lucha por la conservación de nuestro Planeta es global, y debemos comenzar todos a entender y hablar el mismo idioma océano.

Realmente espero que los niños y niñas se inspiren y se atrevan a explorar desde casa el mar. Que comiencen a relacionar en su entorno local, los temas que vamos a conversar en el capítulo.

¿Cuál es el mensaje que deseas dejar con tu labor ecológica?

Todo el esfuerzo que de manera personal y como fundación realizamos es para que las personas se reconecten con la naturaleza, que a través de la educación y experiencias vivenciales puedan realmente comprender las bases de esa conexión, y que esto se traduzca en acciones y prácticas en pro al océano.

Un mensaje importantísimo que decimos siempre y que quisiera mencionar, es que debemos darnos cuenta de que no importa dónde nos encontremos, sea sierra, costa, oriente o región insular, todo está conectado. Nuestras acciones importan, por más que las consideremos pequeñas, todo va sumando y es necesario hacerlo, no hay mucho tiempo, pero aún lo tenemos.

Debemos dejar de ser egoístas disfrutando un planeta que aún no está totalmente afectado, pero que nuestros hijos y nietos no lo van a ver igual, ni disfrutar igual. Por otro lado, quisiera mencionar que, si queremos ver cambios reales y mas rápidos, la manera de cómo hemos venido ejerciendo la educación ambiental en nuestro país debe cambiar, actualizarse. La educación si es un arma poderosa que provoca cambios en la sociedad, lo hemos visto en nuestros proyectos. Es urgente que niños y grandes se involucren con iniciativas, el cuidado de nuestro planeta es responsabilidad de todos y debe ser un trabajo en equipo. La educación es realmente un camino hacia la sostenibilidad.

Por último, espero que se inspiren, que el océano los inspire para soñar y apoyar acciones para conservarlo, sin importar donde estén. (I)

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