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Ecuador

"Es algo que siempre llevaré como una herida en el corazón": el testimonio de una trabajadora de Furukawa que pasó más de 30 años sin conocer otro lugar

El dinero era lo que más faltaba, ya que la empresa atribuía deudas a los trabajadores, convirtiéndolas en imposibles de saldar.

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"¡Abacaleros libres!" fue el grito de celebración de más de 300 trabajadores el pasado martes, tras conocerse el fallo que los reconoce como víctimas de esclavitud moderna en Ecuador. La Corte Constitucional sentenció que la empresa japonesa Furukawa los mantuvo en condiciones laborales y de vida "análogas a la esclavitud" y ordenó una indemnización total de 41 millones de dólares, además de exigir disculpas públicas.

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Condiciones inhumanas

Durante años, los afectados vivieron en campamentos insalubres y hacinados, sin acceso a agua potable ni electricidad. Allí, algunas mujeres dieron a luz y criaron a sus hijos. Las condiciones laborales extremas provocaron mutilaciones en varios trabajadores, mientras que nueve de ellos fallecieron esperando justicia.

Cada víctima recibirá una compensación de 120.000 dólares, según lo dispuesto por el máximo tribunal del país. Este caso marca un hito en la lucha contra la explotación laboral en Ecuador.

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Enfrentar al "monstruo"

Los 342 exempleados vivieron durante años bajo el temor constante de perder su único sustento, trabajando en condiciones precarias durante décadas en algunos casos.

Finalmente, decidieron enfrentarse al gigante Furukawa, dedicado a la producción de fibra de abacá, un material vegetal similar a un hilo. La empresa ha sido señalada por encubrir relaciones laborales mediante contratos de arrendamiento de tierras.

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Relato de las víctimas

María Guerrero contó que, a los dos años de edad, sus padres la llevaron junto a sus seis hermanos a trabajar en los cultivos de Furukawa, donde pasó tres décadas de su vida. En ese lugar, que fue lo único que conoció durante años, conoció a su esposo y formó una familia con siete hijos.

"Tuve a todos mis hijos dentro de la empresa, sin ningún control médico durante el embarazo ni atención posparto. Es algo que siempre llevaré como una herida en el corazón", expresó María, quien ahora tiene 39 años.

Susana Quiñones resume su experiencia en las plantaciones de abacá con una sola palabra: "Horrible".

"En ese lugar nunca existieron oportunidades de progreso", afirmó.

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La jornada laboral comenzaba a las 03:00 y se extendía hasta las 22:00, con la esperanza de ganar algo más, aunque eso nunca ocurrió. Lo que más escaseaba era el dinero, ya que la empresa generaba deudas a nombre de los trabajadores, volviéndolas impagables.

En 2005, el Ministerio de Trabajo incluso otorgó un reconocimiento a la compañía por sus supuestas buenas prácticas laborales, pero tras el escándalo, la distinción fue revocada.

Evidencias y ocupación ilegal

Desde 2019, un grupo de trabajadores decidió permanecer en los campamentos de Furukawa, donde habían vivido, con el propósito de evitar que la empresa eliminara evidencias destruyendo el lugar.

Por su parte, Furukawa argumenta que desde ese mismo año los trabajadores ocuparon "de manera ilegal y por la fuerza" más de 300 hectáreas de terreno pertenecientes a la compañía.

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