Estudiantes quieren rescatar el uso de fibras como un ícono cultural

Las tradiciones que alguna vez fueron populares en diversos pueblos ecuatorianos, ahora desaparecen de a poco entre aquellos que lo vivieron más de cerca. Sin embargo, son los ajenos quienes encuentran belleza y arte en esos oficios.

Es el caso de Andrea León y Mishelle Coello, dos de los ocho estudiantes de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol) que llevaron el tejido con fibras de mocora y banano para ser expuestos en la Casa del Artista Plástico, en el barrio Las Peñas de Guayaquil.

“Tratamos de rescatar las tradiciones de tejido que tienen el mismo potencial que la paja toquilla”, señala León. Ella estuvo involucrada en la investigación de la mocora, el fruto de una especie de palma. En Lomas de Sargentillo conocieron a cinco hiladoras y torcedoras (tejedoras), quienes les transmitieron este conocimiento ancestral.

“Sombreros, hamacas, bisutería son productos que nacen con la mocora; es impresionante ver la dedicación y tiempo que invierten las artesanas”, señaló León. Al mismo tiempo lamentan que los bajos precios a los que se venden esas artesanías obliguen a otras torcedoras a abandonar la labor.

Este también es el motivo por el que ningún joven en Lomas de Sargentillo no ve en la mocora un medio de sustento para el futuro.

En Machala, donde investigaron el tejido con fibra de banano, la situación es similar. Pocas organizaciones tratan de impulsar este emprendimiento que impresiona, por aspecto e historia, a propios y extranjeros.

“A diferencia de otras fibras como la toquilla o la mocora, la del banano proviene del tallo y hay tres calidades: una tosca, una delgada y otra fina; siempre que se mantenga hidratada es fácil moldearla”, expusieron las dos estudiantes de Diseño Gráfico.

Para las jóvenes, la expectativa es generar interés en el tejido como un ícono cultural que debe sobrevivir.

Para las tejedoras, su arte se pierde en el olvido mientras no haya una inversión, privada o estatal, que les brinde infraestructura y garantías de desarrollo. (I)

Datos:

• Las hamacas de mocora cuestan $60 y toma cinco semanas hacer una.
• La manteca de vaca es un lubricante para facilitar el tejido de fibras.
• Se utilizan pigmentos naturales para crear combinaciones de colores.

“La habilidad para tejer impresiona pero nadie se dedica a ello por el poco costo”.
Andrea León
Estudiante de Espol