Ecuador
Perú y su zona costera: Desde sobrevolar las Líneas de Nazca en avioneta hasta apreciar su biodiversidad en las islas Ballestas
Ica, Perú / Prisilla Jácome
Cuando Toribio Mejía, un arqueólogo peruano proveniente de un hogar de agricultores, comenzó a decir que habían líneas en el vasto terreno grisáseo y desolado de Nazca, la gente lo dio por loco y le importó poco. La apatía e impasibilidad tuvieron peso. El entusiasta guardó solo para sí y para quienes deseaban prestarle oídos todo sobre sus indicios y atisbos acerca de su descubrimiento.
Y aunque es a él a quien se le atribuye el hallazgo de lo que posteriormente se bautizó como las Líneas de Nazca, es a María Reiche Neumann, una alemana nacionalizada en Perú, a quien se le adjudica su investigación a profundidad. La extranjera, con tan solo haberlas visto en un sobrevuelo, decidió adueñarse de su análisis y dedicarles el resto de su vida para descifrar todo lo que aquel misterio guardaba. “Las líneas de Nazca son un lugar único. Podemos encontrar pirámides, tumbas reales, grandes sitios arqueológicos, centros ceremoniales, pero los geoglifos no son muy comunes. Estos han sido declarados Patrimonio Histórico Nacional en Perú y de la Humanidad por la Unesco (1994) y son un misterio de la arqueología mundial, porque hay muchas teorías que explican porqué fueron realizadas, porque se saben las técnicas, pero no exactamente el motivo, para qué sirvieron, por qué se hicieron a escala gigantesca. Ese es el misterio principal”, explica Claudia Vásquez, guía turística. Una de las respuestas que dio la investigadora ante las preguntas del origen de los geoglifos fue que los diseños hechos en el terreno estaban vinculados con los solsticios (cuando se produce la mayor diferencia de duración entre el día y la noche) y los equinoccios (cuando el día y la noche tienen la misma duración), así como por la posición de las constelaciones. Aunque ella explica sus teorías a profundidad, hay una vertiente que asegura que su enfoque podría estar influenciado por sus estudios en matemática y astronomía.
Dos teorías más circulan a su alrededor. La primera aborda la posibilidad de que las líneas son guías a canales subterráneos debido a que se han encontrado conductos próximos, indicadores de relevancia en un contexto de desierto en donde las civilizaciones debían garantizar su suministro de agua. Y la segunda, vinculada a ritos y creencias.
“(Los geoglifos) podrían haber tenido un objetivo ceremonial o religioso, es decir, al haberlas hecho grandes o gigantescas era para que se vean desde el cielo, porque desde tierra no se puede. Al menos hay que sobrevolarlas a 7.000 pies de altitud. Estas habrían sido dedicadas a los dioses”, explica Vásquez. Sin importar las razones por las que fueron creadas, centenares de turistas acuden hasta esta localidad ubicada en el departamento de Ica, a unas dos horas de Lima, para apreciar personalmente este atractivo histórico.
En el Aeropuerto María Reiche Neuman se ofrecen sobrevuelos en avionetas entre $ 80 $ 100 por persona dependiendo la temporada y en los que el piloto hace un recorrido aéreo para apreciar al menos 20 geoglifos en un recorrido de unas dos horas.
Para quienes la idea del sobrevuelo causa temor, es posible apreciar las figuras de las manos, el árbol y el lagarto antes de llegar a la ciudad de Nazca, por vía terrestre. Para hacerlo hay que escalar la torre de 20 metros de altura que se encuentra en el kilómetro 424 de la carretera Panamericana Sur. El acceso es gratuito al público.
A tan solo una hora de Nazca, existe otro atractivo que contrasta con el terreno seco de la ciudad de las líneas. Se trata de las islas Ballestas, en Paracas. Una impresionante biodiversidad de aves y mamíferos es lo que se concentra en este archipiélago situado en la costa de Perú, a donde miles de turistas llegan con el afán de apreciar a la mayor cantidad de fauna endémica que caracteriza a esta zona siempre soleada.
“Paracas tiene un clima extraordinario. El sol prácticamente nos favorece todo el año, entonces cualquier época es buena, pero tenemos temporada de verano en enero, febrero y marzo, que es donde tenemos más turismo nacional; y el extranjero que tenemos en junio, julio y agosto”, cuenta Víctor Camasca, un operador turístico en la zona que coordina una de las principales actividades que se ofertan en esta bahía: recorridos en lancha para el avistamiento de especies.
El recorrido que se propone a los turistas dura aproximadamente dos horas y tiene varias salidas, entre las 08:00 y las 12:00. “Los precios oscilan entre los $ 15 a $ 25 por persona y el servicio tiene todo incluido: su chaleco salvavidas, guía en el idioma que solicite el cliente, que puede ser español, inglés, francés y si hay otros idiomas los cotizamos también”, asegura Camasca.
Cormoranes patas naranja, zarcillos, ostreros, cangrejos, gaviotas y pingüinos de Humboldt (en peligro de extinción), piqueros lobos marinos chusco flamencos, delfines y otras especies protegidas se pueden apreciar en los recorridos. Pero no lo es todo. Hasta en esta zona es posible apreciar un geoglifo, el de un candelabro que incluso muchos marineros solían usar como un punto de referencia en sus viajes.
Una vez finalizado el recorrido acuático, en la parte externa del muelle, es posible encontrar a decenas de artesanos que con agilidad y creatividad ofertan a los turistas piezas se simulan las especies vistas, hechos a base de elementos naturales de la zona. Así mismo, en su mercado, que queda solo cruzar la calle, es posible adquirir un dulce tradicional o un recuerdo de este ‘Galápagos de Perú’. (I)
Otras explicaciones
Belleza en el mar
El ‘pequeño’ Galápagos