Ecuador
La parosmia, o cambio en el olfato, una secuela de la COVID-19, que persiste hasta varios meses después de superar la infección
Algunos pacientes que padecieron la COVID-19 en Estados Unidos han sufrido alteración del olfato traducida en pérdida o distorsiones en el mismo. A esta última se le conoce como parosmia y consiste en la percepción de olores intolerables por los que antes eran aromas agradables, indica The New York Times, según Perú 21.
La afección es una de las cada vez más numerosas secuelas que deja el coronavirus y persiste incluso hasta muchos meses después que el paciente haya superado la infección. Estudios recientes indican que casi el 47% de los enfermos de coronavirus tuvo cambios en el olfato y la mitad quedó con parosmia.
Samantha LaLiberte, una trabajadora de Tenesse, dijo que tras enfermar sentía olores desagradables en todas partes, sensación que mantuvo hasta siete meses después. “Dejé de ir a lugares, incluso a casa de mi mamá o a cenar con amigos, porque todo, desde la comida hasta las velas, me olía muy mal”, explicó al medio neoyorkino. Le diagnosticaron parosmia. “Es un problema mucho más grande de lo que la gente cree. Es algo que afecta tu relación contigo mismo, con otros, tu vida social, tus relaciones íntimas”, explicó Duika Burges Watson, de la Universidad de Newcastle en Inglaterra. “Eso significa que una rosa podría oler a heces”, dice Richard Doty, de la Universidad de Pensilvania, Estados Unidos sobre los cambios en el olfato. (I)