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Ecuador

Josecito, el joven con Síndrome de Down que fue operador del 911 por un día, quiere quedarse trabajando ahí

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José Cobo Zavala cumplirá el 17 de noviembre su mayoría de edad y quizás la lección más importante que haya recibido en estos 17 años vino de la mano de un  inocente, pero útil intento de aprendizaje. El joven riobambeño tiene Síndrome de Down y hace pocos meses su tutora virtual había empezado las clases sobre los números de emergencia, entre ellos, el del 911.

Hasta ese momento, su papá José y madre Beatriz estaban contentos y tranquilos con la enseñanza que recibía por parte de una especialista del Instituto Nacional Carlos Garbay, en su natal Riobamba. Sin embargo, tamaña fue la sorpresa de don José, de 58 años, cuando el pasado 29 junio pasado tocaron la puerta de su casa, en el sector de la Quinta Macají, varios funcionarios del Servicio de Emergencias ECU-911 de Riobamba. Los servidores habían detectado que las innumerables llamadas que recibían y que colgaban se originaban en la casa de la familia Cobo.

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Sorprendido en casa

Era nada más y nada menos que Josecito, como lo llaman en casa, quien encerrado en su habitación, aplicaba las enseñanzas de su maestra marcando el número de emergencias, pero lamentablemente colgaba. De acuerdo con su papá, de 58 años y policía retirado con el grado de suboficial, Josecito tenía un celular, pues a raíz de la pandemia habían decidido comprarle uno para que tenga algún aparato con qué entretenerse, pues ya no podía ir a sus clases presenciales.

“Nunca nos imaginamos que iba a hacer eso, él se encerraba en su cuarto y  seguramente ahí aprovechaba para hacer las llamadas”, cuenta don José, quien reconoció haberse asustado cuando llegaron los del 911. Incluso recordó que hasta Josecito se había puesto muy nervioso porque creyó que se lo iban a llevar preso.

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“Yo le decía que solo debía llamar a la mamá y al papá y el me respondía que sí, que sí, que sí, pero llamaba a emergencia porque en esos días le estaban enseñando eso en clases. Le gritábamos que venga a almorzar y nada, se quedaba en su cuarto”, agregó don José, quien recordó que incluso el mismo rato en que llegaron los del 911, su hijo seguía llamando “y lo agarraron calientito”, recuerda riendo.

En ese momento corrió afuera de la casa para disculparse y que no lo volvería a hacer más, mientras todos en ese momento sonreían por la franqueza e inocencia de sus palabras.

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Sin embargo, la historia tomó otro rumbo desde la institución y más bien invitaron al chico a conocer las instalaciones y que pueda aprender de una forma más vivencial la importancia de una llamada al sistema.

La cálida visita de Josecito al ECU911

Así, el pasado 2 de julio, la familia Cobo (José, Beatriz, Josecito y su hermana mayor Catalina) acudieron a la central de emergencias.

El teniente coronel Jorge Uvidia, jefe local, le dio la bienvenida y le motivó para que sea un buen alertante y el portavoz de cómo se debe reportar de forma adecuada una emergencia. Josecito conoció la sala de crisis, la sala operacional, incluso pudo escuchar las llamadas de auxilio reales que recibían los operadores. No faltó el mágico momento en que se puso el chaleco de la entidad y se ubicó frente a las pantallas de recepción de auxilios como uno más del equipo.

Josecito en las oficinas del ECU 911.

Lo achinado de sus ojitos evidenciaban que detrás de la mascarilla negra que tenía, había una sonrisa que no cabía en el rostro. ¿Y qué creen? La experiencia fue tan maravillosa que José ya quería quedarse trabajando como operador.
Entre risas, su papá cuenta que ahora José anhela regresar, pero para quedarse trabajando ahí. En el ECU911 nombraron al entusiasta chico como embajador del buen uso de la línea de emergencia.

Josecito empieza el bachillerato

Por ahora, Josecito iniciará en el siguiente periodo lectivo de la Sierra su primer año de bachillerato. En el instituto donde está inscrito ha aprendido a leer, escribir, pero también sabe de costura, carpintería y otros oficios, además de las materias habituales de estudio como lenguaje, matemáticas y ciencias naturales. “José es un genio en las computadoras, le encantan y sabe más que uno”, relata el orgulloso papá, quien también admite que la educación ha sido uno de las cosas más difíciles que han pasado.

“Si él no hubiera tenido las terapias, hoy no tendría ese nivel de aprendizaje. Tener un niño así es una bendición de Dios, pero también conlleva mucha responsabilidad y apoyarlo en todo lo que esté a nuestro alcance. Mi anhelo es que al menos aprenda a leer, escribir, sumar y restar para que pueda defenderse”, señala don José, mientras su esposa Beatriz asiente con tono seguro.

Por lo pronto, Josecito ha recibido canoterapia, equinoterapia, danza de pasacalle y otras actividades que han permitido su desarrollo. “Nos gusta verlo participar en todo y que nos haga quedar bien a la familia”, comenta también Beatriz.

Hoy, Josecito ha devuelto el celular a sus padres, pero no como compromiso de no volver a llamar al 911, sino con la intención de que ellos puedan comprarle otro que tenga para tomar fotos y  redes sociales. Don José y doña Beatriz solo se ríen de la intención. Mientras sosteníamos este diálogo, Josecito aprovechaba para ver el partido que disputaba su equipo favorito, el club deportivo La Unión.

Él es también amante del fútbol. Es más, antes de la pandemia acudía al estadio Olímpico de Riobamba para ver jugar al Olmedo.

Luego de 30 minutos y 27 segundos de charla, don José -quien inicialmente se mostraba hermético- dijo sorprenderse porque regularmente no es tan expresivo y menos comenta información de su familia, sin embargo, la experiencia vivida lo motivó para que muchas otras familias que tienen algún ser querido con Síndrome de Down puedan tener un mayor control de ellos y sobre todo, enseñarles en casa la importancia de una llamada de emergencia. (I)

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