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El alto costo del coronavirus cuando la salud pública colapsa

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Guayaquil / AFP Lourdes Rosales agonizó durante un mes en una clínica privada de Guayaquil, el centro de la pandemia en Ecuador. Contrajo el nuevo coronavirus pero no pudo tratarse en el saturado sistema público de sanidad. Detrás de su muerte asoma la ruina para su familia. Publicidad En el tiempo que Lourdes estuvo luchando, […]

El tratamiento para la COVID-19 tiene un precio elevado, comentan los expertos. Foto: Archivo
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Guayaquil / AFP

Lourdes Rosales agonizó durante un mes en una clínica privada de Guayaquil, el centro de la pandemia en Ecuador. Contrajo el nuevo coronavirus pero no pudo tratarse en el saturado sistema público de sanidad. Detrás de su muerte asoma la ruina para su familia.

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En el tiempo que Lourdes estuvo luchando, la cuenta trepó hasta los 51 000 dólares. Finalmente, falleció el 21 de abril. Cuando su hijo Gustavo Ycaza, universitario y empleado bancario de 26 años, quiso retirar el cuerpo recibió una respuesta indolente. "Me dijeron que hasta que no pague la cuenta no me darían el cuerpo de mi madre. Imagine, después de tanto dolor, que te digan eso", cuenta.

Ycaza, soporte de una familia de cuatro miembros, ya había exprimido sus tarjetas de crédito y acudido a allegados para que su madre siguiera recibiendo atención. Logró cubrir 21 500 dólares. Y aunque el esfuerzo fue en vano debió endeudarse todavía más. Firmó un pagaré por 29 000 dólares con vencimiento en septiembre para llevarse el cadáver. "No sé de dónde sacar plata porque el sueldo que ingresa va para pagar tarjetas reventadas", dice.

La Defensoría del Pueblo en la provincia de Guayas, a la que pertenece Guayaquil, recibió en tanto cinco llamados de auxilio de pacientes que fueron retenidos en clínicas.

"La única manera para privar la libertad a alguien por deuda es por pensión alimenticia y con orden judicial. En todos los casos, las clínicas han acatado porque les advertimos que podemos interponer un recurso de hábeas corpus", señala Mirelli Icaza, delegada del organismo.

Al final los enfermos han salido firmando pagarés. "Sé que hay más casos y parece una práctica generalizada", añade la funcionaria, sin parentesco con Gustavo.

Sin empleo y con deudas

Un día de hospitalización en un centro privado ronda entre 400 y 800 dólares, mientras un salario básico mensual es de 400 dólares. En cuidados intensivos, adonde llegan muchos pacientes de COVID-19, la internación cuesta entre 1 500 y 2 500 dólares.

Belén Castro corrió mejor suerte que Ycaza. Su padre y hermana sobrevivieron al contagio, pero esta comunicadora de 31 años quedó con una deuda de 12 000 dólares, con un agravante: perdió su empleo en el servicio de aduanas. Para salvar a su padre, un jubilado de 69 años, acudió a la atención privada tras esperar infructuosamente por una cama en un hospital público.

Después de que Carlos fuera llevado a una clínica exclusiva de Guayaquil, Eunices, su hermana de 39 años, también cayó enferma. "Improvisamos un hospital dentro de la casa, con oxígeno", relata Castro.

Mientras tanto, se disparaban los costos en la clínica. "El doctor nos dijo que mi papá no debería recibir el alta, pero consideró que nos lo llevemos porque los gastos se estaban haciendo impagables", recuerda.

El médico Roberto Gilbert, propietario de la clínica privada Guayaquil -ajena a las historias aquí narradas- sostiene que la COVID-19 es una enfermedad de alto costo: "el oxígeno es caro, la hora del respirador (mecánico) es cara, la hora de personal es cara. Atienden enfermeras especializadas y médicos intensivistas".

Ycaza, entretanto, ve con desesperación el futuro. "No sé que hacer (…) Jamás imaginé que la enfermedad de mi madre iba a durar tanto y sería tan costosa". (I)

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