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Cómo manejar el estrés frente a la preocupación por la COVID-19

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¿Sabía que nuestro cuerpo no diferencia entre las fuentes de estrés, sino que solo responde ante este?  Por eso, si el estrés se debe a un hecho real o tan solo a un pensamiento, el cuerpo puede reaccionar de la misma forma. Ahora bien, en estos tiempos tan inciertos, esta reacción puede tener un enorme […]

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¿Sabía que nuestro cuerpo no diferencia entre las fuentes de estrés, sino que solo responde ante este?  Por eso, si el estrés se debe a un hecho real o tan solo a un pensamiento, el cuerpo puede reaccionar de la misma forma. Ahora bien, en estos tiempos tan inciertos, esta reacción puede tener un enorme impresión en nuestro cuerpo.

Esta reacción es para nuestra propia supervivencia, es decir, estamos programados para sobrevivir y nuestra mente se encuentra en constante estado de alerta frente a las amenazas.  Algunos lo denominan reacción de “lucha o huida”. 

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Aumento repentino de la frecuencia cardíaca, quizás aceleración de la respiración son uno de las sensaciones que provoca.  Todo apunta a preparar el cuerpo con el oxígeno necesario para actuar de inmediato.  Detrás de esto, existe un aluvión de hormonas que estimula las acciones del cuerpo y, al mismo tiempo, afecta otros aspectos de nuestra salud. 

Aumenta la circulación de adrenalina, conocida como epinefrina, que activa nuestra frecuencia cardíaca, pero también estimula la liberación de glucosa y grasa de los depósitos de almacenamiento como fuente de combustible.  Si no se controla se produce una segunda respuesta, que provoca la liberación de cortisol al torrente sanguíneo. 

El cortisol aumenta la cantidad de glucosa en el torrente sanguíneo y puede estimular el hambre, lo cual puede llevarnos a ingerir más calorías de las que realmente necesitamos y favorecer el sobrepeso o la obesidad.

Superar la respuesta al estrés

Entonces, nuestra percepción de la amenaza crea una cascada de reacciones denominada respuesta al estrés.  Esa respuesta es natural, si existe una amenaza real y si es momentánea.  Sin embargo, si no se controla bien, esta cascada de estrés puede afectar negativamente nuestra salud debido al posible impacto en el peso y la presión sanguínea.

Con algunas prácticas simples, podemos lograr reducir el estrés y mejorar nuestra salud.

  1. Reposar – En primer lugar, ¡duerma bien!  El descanso adecuado es sumamente beneficioso para calmar la respuesta al estrés.
  2. Relajación – Respiración profunda, a través de ejercicios de meditación o yoga.  ¡La clave es la respiración intencionalmente lenta y profunda.
  3. Recreación – Manténgase activo durante el distanciamiento social, aunque sea caminando dentro de su casa, o leyendo un libro (algo que disfrute hacer).  ¡Tomarse un tiempo para hacer algo que disfruta y que incluya algún tipo de actividad (física o mental) es beneficioso.
  4. Relaciones – Mantenerse conectado es muy importante.  Estamos programados para vivir en comunidad.  Podemos estar físicamente aislados, pero eso no significa que perdamos nuestra conexión con los demás. Las llamadas telefónicas o las videollamadas pueden ser una excelente forma de mantenernos conectados.
  5. Rutina – Sí, en medio del cambio, ¿por qué agregar otro más?  Mantenga la consistencia.  Ahora debe trabajar desde casa.  Entonces, levántese a la misma hora, arme una oficina y trabaje como lo haría habitualmente.
  6. Reformular – Vuelva a analizar el estrés percibido para dejar de considerarlo una amenaza.  Quizás necesite la ayuda de un coach que lo oriente en la práctica de identificar, en primer lugar, por qué algo es percibido como una amenaza para luego ponerlo en un contexto beneficioso.

(I)

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