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Consternación por suicidio de una doctora que durante siete meses fue acosada y amenazada de muerte por militantes antivacunas por defender la eficacia de la inmunización
Miles de personas se concentraron el lunes 1 de agosto de 2022 en las principales ciudades de Austria para expresar su solidaridad y conmoción por la muerte de la doctora Lisa-Maria Kellermayr, de 36 años, quien se suicidió luego que durante siete meses fue acosada y amenazada de muerte por militantes antivacunas por defender la eficacia de la inmunización contra el covid-19.
La Policía no brindó protección ni tan siquiera investigó sus denuncias de amenazas.
Kellermayr fue hallada muerta la semana pasada en su consulta médica de Wels, en el oeste del país, junto a tres notas, cuyo contenido no se ha hecho público, informó EFE. Aunque no habrá autopsia las autoridades han confirmado que se trató de un suicidio.
En la plaza de San Esteban de Viena se congregaron miles de personas que expresaron su indignación ante la pasividad de las autoridades frente al acoso diario de los antivacunas. Durante el fin de semana, el Colegio de Médicos pidió a sus miembros que participaran en el homenaje para dar "una señal de solidaridad contra la violencia y el odio".
"Tengo la sensación de que esto le podría pasar a cualquier doctor, y ella no recibió ayuda alguna de la Policía ni de los políticos", dijo a Efe Elisabeth Posch, una médica de Viena que participó en la concentración.
"Las mujeres necesitamos más apoyo en Internet y en la vida real. Kellermayr murió por defender la ciencia", concluyó. El caso de las amenazas a Lisa-Maria Kellermayr era conocido públicamente desde hace meses. "Pongamos fin a esta intimidación y al fomento del miedo. El odio y la intolerancia no tienen cabida en nuestra Austria", denunció el presidente federal, Alexander Van der Bellen, quien encabezó las expresiones de consternación durante una concentración en Viena.
El acosó comenzó el 16 de noviembre de 2021, con una manifestación de antivacunas frente al hospital de Wels, una ciudad de 40.000 habitantes.
Kellermayr escribió ese día en su cuenta de Twitter:
"Una manifestación de teóricos de la conspiración bloquea la entrada del hospital y la salida de las ambulancias". Horas después, el hospital aseguró que tanto las ambulancias como los pacientes podían entrar y salir de la clínica. Mientras, la Policía local desmintió el mensaje de Kellermayr y la acusó de falsear la información deliberadamente.
"El mensaje de la Policía es el punto de partida de una avalancha de insultos, difamaciones y amenazas destinadas a causarme el mayor daño posible. Alguna gente consideró que su respuesta (de la policía) legitimaba mi persecución", explicó la doctora al diario Der Standard nueve días antes del suicidio.
Kellermayr decidió borrar su mensaje y pidió a la Policía que eliminara también su respuesta, una solicitud que no fue atendida.
Tampoco se abrió una investigación sobre las amenazas que sufría y un portavoz policial llegó a acusarla de buscar sólo la fama.
Con el paso de los meses, las amenazas en las redes sociales dieron paso a ataques físicos, como cuando un grupo de antivacunas irrumpió en su consulta y difundió luego imágenes de sus empleados y pacientes a través de la aplicación de mensajes Telegram.
Ante la pasividad de las autoridades locales, una "hacker" alemana se puso en contacto con la doctora y se ofreció a investigar el caso.
En poco días logró identificar a un usuario desde cuyo perfil en las redes sociales salieron numerosas amenazas contra la doctora.
Tras comprobar que ese usuario fue víctima del llamado "doxeo", es decir la usurpación de su identidad en línea, la "hacker" sospechó que detrás de las amenazas estaba un conocido ultraderechista alemán.
"Nunca había experimentado algo así, ese mismo día encargué protección a una empresa de seguridad para mi consulta médica", explicó Kellermayr en la entrevista con Der Standard.
Tras gastar en seis meses 100.000 euros en seguridad privada, la doctora cerró el pasado junio su consulta. Tras el suicidio, muchos grupos antivacunas se han alegrado abiertamente de su muerte en Telegram, especulando que la doctora podría haber muerto como consecuencia de la vacunación.
Otros usuarios aseguran que Kellermayr se quitó la vida por sentirse culpable de haber provocado tantas "víctimas de la vacunación". (I)
Meses de amenazas
De las amenazas a las agresiones físicas de los antivacunas
Ya antes, llevaba siete meses saliendo de casa sólo para trabajar y comprar comida.