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Perú: Oasis de la Huacachina y su desierto de arena ‘seducen’ a los turistas con sus planes llenos de adrenalina y diversión

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LIMA / Prisilla Jácome

Dunas asimétricas que lucen sus matices naranjas, un ocaso rojizo que brilla sin querer desaparecer y un horizonte inmesurable que da sensación de naufragio, pero también de paz. El imaginario podría trasladar la mente a un continente lejano, a una parada remota e imposible, pero la postal es un retrato del desierto de Ica, departamento del centro-sur de Perú.

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A unas cuatro horas de Lima, las dunas o el desierto de Ica proponen un contraste marcado y radical con la capital peruana. Quienes se trasladan hasta este punto costero saben que los enormes edificios, la congestión vehicular y la vida citadina quedaron atrás para darle paso a las aventuras extremas, la adrenalina y la naturaleza.

El cambio se nota tan solo llegar a la localidad. La temperatura cálida ‘abraza’, la paleta de tonos marrones asoma e inmensas montañas de arena circundan el territorio como imponentes guardias que cuidan de un tesoro. En este caso, de una laguna única en su especie: el oasis de la Huacachina.

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Claudia Vásquez, guía oficial de turismo, explica que este cuerpo de agua ha sido siempre considerado especial por la creencia de que sus aguas tienen poderes curativos. “Es una laguna natural a la que se le atribuyen propiedades medicinales, son aguas ferrosas con minerales”, explica e indica que el balneario tuvo sus años de apogeo durante el siglo pasado, sobre todo entre 1930 y 1940.

El oasis de Huacachina es una maravilla natural en medio del desierto costero del Pacífico, al sur de Perú. Foto: Cortesía

Pero, además, la laguna es una de las más concurridas principalmente por ser el balneario por excelencia en Ica, debido a que esta zona está a 60 kilómetros del mar. Por ello, aún muchos de los lugareños acuden durante los fines de semana hasta el oasis si buscan de un lugar para bañarse y disfrutar.

Una joya de Latinoamérica

“Han habido otras lagunas cercanas que lamentablemente ya no existen porque hay menos agua en el mundo entero y no hemos sabido cuidarlas. El nivel (de agua) también ha bajado en Huacahina”, reconoce Vásquez y admite la urgencia de cuidar el oasis para evitar que a ella le suceda lo que a las demás.

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La necesidad de proteger este atractivo radica en su importancia, pues es la única en su tipo en Latinoamérica. De ahí que muchos turistas extranjeros apuesten por cenar en los restaurantes con vista a la laguna o por descansar en los hoteles que se asientan al borde del oasis para despertarse con una vista sin igual.

“Viviendas antiguas se han transformados en restaurantes, en hoteles. Son casonas de los años 50 y 60 que se han conservado y restaurado para ahora dedicarlas al turismo. Por ejemplo, el hotel más antiguo es el Hotel Mossoni, que data de finales de los 60, y es el más caro”, afirma la guía.

El Hotel Mossone funciona en una infraestructura que data de 1940 y está al pie de la laguna de Huacachina. Foto: PromPerú

En promedio, una noche en este hotel antiguo puede rondar entre $ 180 y $ 200. Sin embargo, los turistas también pueden hallar otras opciones de hospedaje, como el de la Hostería Suiza Huacachina, que ofrece habitaciones de 160 a 200 soles ($ 44 a $ 55) o el Hotel Challaca, cuya noche ronda entre 80 a 100 soles ($ 22 a $ 28).

Recorrer las dunas

La laguna es la estrella principal del atractivo, pero no el único. Hace más de una década lo es también sus recorridos en carros tubulares o ‘rallys’ a los que en la zona se los conoce como ‘areneros’ y que nació como una propuesta para diversificar las actividad y promover aún más a esta localidad.

“Al comienzo, el turismo en Ica no era muy fuerte y como profesional en turismo quise impulsar mi ciudad y los ATV (vehículos todoterreno) son una forma segura de hacer deporte extremo”, asegura Eduardo Celada, jefe de operaciones de la agencia de viajes Peru Your Trip, uno de los que brinda el servicio al público.

Los ‘areneros’ conocen el terreno y saben dónde realizar las paradas estratégicas para llevar a los turistas. Foto: Prisilla Jácome

Los recorridos que ofrecen pueden ser en modalidad turístico, en el que las personas recorren las dunas para visitarlas y reconocer el territorio; o en modo ‘rally’ para los que les gusta la adrenalina. En cualquiera de los casos, el valor del servicio, que se contabiliza por salida de vehiculo, varía entre $ 80 y $ 90. En cada transporte entran hasta tres personas por dicho costo.

El servicio no solo incluye la ruta por las dunas, sino también una parada para hacer sandboard o ‘surf en arena’, otra para ver la laguna de la Huacachina desde una montaña de arena y, por su puesto, otra para ver el atardecer o el alba, dependiendo del sueño que desee cumplir el turista. (I)

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