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La Noruega es un pilar de la economía galapagueña desde hace 30 años: un experto uruguayo mantiene la calidad de los productos lácteos
Con un abastecimiento de hasta el 70 % del mercado local, la fábrica tiene una capacidad de producción de 3.000 litros de leche diarios.
José Tumbaco/Redacción
¿Recuerdan al crítico de cocina de la película Ratatouille? ¿Y la escena cuando evoca su infancia al probar el majestuoso bocado preparado por Remy, la ratita protagonista del afamado filme? Seguramente usted en algún momento de su vida habrá también experimentado ese mágico momento de volver al pasado a través de nuestras papilas gustativas.
Pues, bueno, viví esa experiencia el pasado 2 de octubre en una modesta fábrica de lácteos situada en la parte alta de la isla Santa Cruz, en Galápagos, al visitar la fábrica de lácteos La Noruega.
Un leve recuerdo me asaltó al ver el nombre de la industria, pero no sabía con exactitud si aquel rótulo era el mismo que allá por el año 1997 pude degustar junto a mis hermanos de ‘gigantes’ galones de yogur de 4 litros que enviaba nuestro padre a Guayaquil cuando trabajaba en el archipiélago. Una llamada vía WhatsApp fue suficiente para confirmar que estaba en la mismísima fábrica donde elaboraban aquel yogur de fantasía para tres chicos del Guasmo sur. La confirmación de que se trataba de esa bebida de ensueño no llegó sino a finalizar el recorrido por la modesta empresa liderada en su área de producción por el técnico uruguayo Darío Vila Frascarelli, gerente de Operaciones.
Antes de ingresar al área de producción tuvimos que despojarnos hasta del último granito de tierra que teníamos en nuestros zapatos –sobre todo porque llegábamos de una breve excursión por un par de ranchos viendo a centenares de tortugas–. Luego de lavarnos las manos varias veces y colocarnos mandiles y cofias (mallas para cubrir el cabello), ingresamos a la zona en donde dos colaboradores iniciaban la producción del día de queso mozzarella, uno de los productos del portafolio que integran también queso fresco, queso maduro, yogures y mantequilla. Vila detalla que la capacidad de procesamiento diario es de 3.000 litros, pero por la actual sequía que atraviesa también la región Insular, hoy solo trabajan con algo más de 1.600 litros provenientes de nueve fincas de la zona.
Cuatro empleados en dicha área y otros diez en distintas labores hacen posible que los productos abastezcan aproximadamente un 60 % del mercado en Santa Cruz, mientras que en San Cristóbal alcanzarían un 10 % más, señala Vila. “Somos la fábrica que tiene el mayor volumen de leche trabajando”, destaca el experto, quien cuenta entre sus clientes a unas 25 embarcaciones y cruceros, restaurantes, tiendas y hoteles de primera categoría como el Finch Bay Galápagos Hotel. “La reciente sequía nos obligó a asumir parte del déficit que dejó la falta de operaciones de otras fábricas”, reseñó. El queso mozzarella, por ejemplo –el segundo producto más vendido de la empresa después del queso fresco– tenía que ser producido y vendido el mismo día. Menos mal, la crisis está superándose y en estos días ya es posible producir, otorgar un tiempo de maduración y vender.
Vila detalla que la demanda local es buena, pero reconoce también que deben cuidarse de los artículos que llegan desde el continente sin autorización, por ejemplo, el mismo yogur y la mozzarella. “Acá nosotros estamos pagando un litro de leche a 85 centavos, mientras que afuera está por cuarenta y algo. Eso nos corta el mercado. Además de que los insumos que nos llegan siempre llegan más caros”, cuestiona.
Aun así, Vila cree que el 2024 terminará con cifras positivas para la industria láctea galapagueña, pues avizora que desde finales de octubre, luego de la época de entrada a dique de las embarcaciones, el mercado volverá a reponerse “y para eso nos estamos preparando”.
Lo que hoy es La Noruega empezó hace 30 años, aproximadamente, por la iniciativa de la asociación de ganaderos locales con una planta donada por el Gobierno sueco. En ese entonces tuvieron un problema para desaduanizar los equipos y pidieron que el Gobierno asumiera la gestión a través del Ingala (hoy Consejo de Gobierno de Galápagos). Y desde entonces, la fábrica renta sus equipos a la marca.
Finalmente después de conocer las cámaras de frío y ver productos listos para ser distribuidos, llegó la hora de destapar uno de sus envases pequeños de yogur. Y sí, cada sorbo fue un viaje al pasado, a reencontrarse con aquellos momentos que todo niño atesora. El resultado final fue un periodista guayaquileño abordando el avión de retorno al continente con cuatro galones para que la nueva generación familiar saboree un producto que no solo es un tesoro familiar sino un motor económico insular.
El acento uruguayo no ha desaparecido de la forma de hablar de Darío Vila Frascarelli (foto), quien hace más de 33 años llegó a Ecuador, de la mano de una de las grandes industrias lácteas del país. Lo hizo por su vasto conocimiento adquirido en la Escuela Superior de Lechería Colonia Suiza, en su natal Nueva Helvecia, un asentamiento de familias suizas que llegaron a suelo charrúa a finales de 1861. Entre aquella oleada migratoria llegó la familia de Darío mezclada entre alemanes y franceses. La vida profesional de Vila lo trajo a la empresa Toni y su reputación hizo posible que luego forme parte de la también industria láctea Chivería. “Toni puso un aviso en Uruguay, me presenté, les gustó mi currículum y me vine a Ecuador. Me casé acá, tuve familia”, recordó el especialista, quien dijo haber llegado a Galápagos luego de algunas asesorías externas a la Gerencia General de La Noruega.
A través de un proveedor de instalación de maquinarias fue posible la conexión y tras una atrevida propuesta de Vila (quien llegaba dos veces por año a Galápagos) empezó una nueva etapa desde hace dos años y medio como líder del área de producción. Bajo su tutela, Galápagos puede disfrutar de productos lácteos de la mejor calidad.
Abastecen el mercado
Histórica de fábrica La Noruega
De Colonia Suiza en Uruguay a Santa Cruz