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En la isla Santa Fe la evolución de las especies no conoce límites y muestra sus encantos naturales a los turistas
Iguanas, lobos marinos, gavilanes, pinzones y cactus forman parte de los atractivos de la isla también llamada Barrington, situada a 2 horas de Santa Cruz.
José Tumbaco / Redacción Guayaquil
La imagen que ven al inicio de este texto muestra a una iguana de Santa Fe en su hábitat natural: las zonas secas, áridas y de altas temperaturas. Su nombre científico es Conolophus pallidus y, como señala una publicación de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), pasa la mayor parte del día tomando sol sobre rocas volcánicas para mantenerse caliente. Ninguna explicación científica señala que se trata de una especie anfibia, es decir, que puede nadar.
Sin embargo, el pasado 3 de octubre, cuando visitamos la isla, los mismísimos guías del Hotel Finch Bay se mostraron extrañados cuando alcanzaron a divisar a una de estas iguanas en lo alto de unas rocas en un extremo de la bahía, al que solo las especies podrían llegar nadando. ¿Cómo llegó hasta ahí? Seguramente desde entonces los guardaparques y expertos en Galápagos están estudiando su comportamiento y reflexionando sobre la teoría de la evolución de las especies de Darwin que sigue sorprendiéndonos luego de 165 años.
Así de sorprendente es Santa Fe, una isla situada a dos horas de Santa Cruz y la número 11 en superficie del Archipiélago por sus 24 kilómetros cuadrados de superficie. De aguas turquesas y un tanto frías en esta época del año, es un sitio ideal para realizar snorkel junto y ver especies como tortugas y lobos marinos, así como miles de peces formando increíbles cardúmenes en la superficie marina. Nuestro viaje desde Santa Cruz fue a bordo del yate Sea Lion, de los registros del Finch Bay Galápagos Hotel y con capacidad para 20 pasajeros. El viaje tuvo algo de movimiento, pero a medida que el tiempo transcurre y observar a lo lejos la costa de la isla, cualquier mareo queda en segundo plano. Uno de los guías se encarga de mostrar a los turistas la ubicación en un mapa y explica detalles del trayecto. Para llegar a la playa es necesario detenerse en la bahía de Barrington y tomar una panga (bote inflable), por lo que unos pantalones cortos y sandalias inicialmente son ideales para salir del bote y sentir esos primeros segundos del agua en los pies. Un grupo de lobos marinos nos dio la bienvenida con un imponente macho alfa rugiendo en la orilla. Efrén Uribe, guía local, explica que en el caso de la iguana de Santa Fe esta es propia de la isla y evolucionó en ella. "Cuando empieza la época reproductiva los machos se vuelven más coloridos para ser más atractivos hacia las hembras.
Estas especies dependen estrictamente del cactus para su alimentación y saciar su sed", detalla Uribe. Precisamente durante una breve caminata observamos a algunas de ellas comiendo algunos pedazos de cactus. Las iguanas de Santa Fe cuentan entre sus depredadores a culebras y gavilanes. Uribe detalla también que estas especies son muy territoriales y con un frecuente movimiento de su cabeza de arriba hacia abajo, advierten que otra especie está cerca de su ‘metro cuadrado’. "No lo hace cuando hay humanos cerca sino cuando se acerca otra iguana o en su defecto algún otro animal", precisa el experto, quien especifica que las iguanas no tienen desarrollado un sistema auditivo sino que captan vibraciones. La bahía también es un lugar ideal para ver piqueros patas azules, al emblemático gavilán de Santa Fe y a las atrevidas fragatas, sobre todo cuando las placentas de los pequeños lobos marinos quedan a expensas y se convierten en un manjar para ellas. Otras especies que también abundan en Santa Fe son los pinzones, pequeñas aves que buscan alimento en el suelo sin ningún temor de los humanos caminando cerca de ellos. Es más, los visitantes pueden acercarse lo suficiente para obtener primeros primerísimos planos de los pequeños residentes, quienes además cumplen una función simbiótica con las iguanas, pues se encargan de devorar las garrapatas que se adhieren a su piel. "La mansedumbre está bien enraizada en la fauna de Galápagos debido a que no existe presencia de mamíferos en su entorno natural", asegura Uribe.
Situado en la playa de Los Alemanes, el Finch Bay Galápagos Hotel, con capacidad de 33 habitaciones, es considerado como "hotel de exploración", así lo precisa Ana Moya, su gerente de Operaciones. La idea es que los huéspedes puedan salir a conocer y explorar Galápagos desde este punto. Se trata de un hotel que data aproximadamente hace 40 años bajo otro nombre, pero que desde hace 20, bajo la gestión de Metropolitan Touring, asumió su nombre actual. Uno de sus ejes es la sostenibilidad por eso ejecutan acciones como el plan de Carbono Neutro que, según Moya, tiene como finalidad proteger y cuidar las islas. "Tenemos 400 paneles solares y generamos más o menos el 40 % de nuestra propia energía; así evitamos consumir la electricidad del pueblo (Puerto Ayora)", explica la gerente. Pero no solo eso, también cuentan con su propia planta de tratamiento de agua, las cuales luego de un proceso se las reutiliza en los jardines. Entre los planes de remodelación, el hotel trabaja en la reubicación de 6 de sus 33 habitaciones que se convertirán en suites para febrero del 2025. Otra de las bondades del lugar es el nivel de servicialidad de los colaboradores, para ello han implementado una plataforma de capacitación permanente, donde los trabajadores pueden acceder a distintas temáticas de instrucción desde bodega hasta servicio. "La amabilidad y el cariño en el servicio es nuestra insignia", finalizó.
(I)
Finch Bay y su compromiso con el Archipiélago