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Deportes

Álex Quiñónez, un atleta que renació de sus cenizas

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DOHA/AFP

Hace tres años, Álex Quiñónez estaba cansado del atletismo, había tenido muchos problemas con técnicos por indisciplina y se puso a trabajar con su tío arreglando motos. Pero le insistieron para que volviera a competir y este martes logró una histórica medalla de bronce en el Mundial de Doha.

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Nadie hubiera dicho lo pudiera conseguir en ese momento en el que tocó fondo.

Había vendido además su coche Hyundai Tucson, únicamente para poder pagar las atenciones médicas de su hija Alexia, que tuvo complicaciones tras una infección.

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La pequeña, nacida en 2014, es el eje de la vida de Álex, igual que su esposa Jennifer, que en los momentos económicamente más duros trabajó en un salón de belleza.

El atletismo había pasado a un segundo plano.

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La Federación Ecuatoriana de Atletismo esperaba mucho de Álex Quiñónez desde su séptimo puesto en la final de los Juegos Olímpicos de Londres-2012, pero las cosas habían cambiado mucho desde entonces y el joven de Esmeraldas acumulaba faltas disciplinarias, dejaba de acudir a entrenamientos y había perdido el interés.

Los preparadores nacionales se hartaron de la situación y lo dieron por perdido: "No se le puede poner una pistola en la cabeza para que vaya a entrenar", decían responsables del atletismo nacional cuando la prensa preguntaba qué había ocurrido con aquel joven tan prometedor y que estaba desaparecido de los radares.

"Eso quedó atrás"

Hasta que llegó el renacer, impulsado por el cariño de sus compañeras y amigas velocistas, Ángela Tenorio y Marisol Landázuri.

Ellas hicieron un doble trabajo, primero convencer a Álex de que debía volver y también conseguir que los preparadores le aceptaran, escépticos tras los episodios desagradables del pasado.

Al entrenador cubano radicado en Quito Nelson Gutiérrez le costó en un primer momento, pero la insistencia de Ángela y Marisol terminó permitiéndole esa segunda oportunidad.

"Tuve muchos problemas personales. Eso quedó atrás. Estoy escribiendo ahora una nueva historia. Hay que seguir trabajando. Fueron problemas con mucha gente, también problemas míos, que hicieron que me retirara. Pero luego regresé, ayudado por mis compañeras. Gracias a Dios todo está saliendo bien", dijo Quiñónez a la AFP en una entrevista previa a su participación mundialista en Catar al recordar aquellos momentos.

En 2017 llegó el inicio de esa segunda vida deportiva de Álex Quiñónez y los frutos no han tardado en llegar.

El Sudamericano de Cochabamba, en Bolivia, marcó su primera gran cita y ganó los 200 metros, siendo segundo en los 100 metros.

Hasta su eclosión fulgurante en este 2019, año en el que avisó ya con el oro en los Juegos Panamericanos de Lima, en agosto, y llegando al Mundial con altas expectativas.

Tras firmar el segundo mejor crono tanto en las series como en las semifinales, Quiñónez ya era un rival a batir por todos, respetado, tenido en cuenta, incluso temido.

En la final se colgó la medalla de bronce, en una historia con final feliz para su renacer, pasando de las cenizas deportivas al podio mundial.

Su compañera Ángela Tenorio, eliminada en las series de 100 metros en este Mundial de Doha, siempre confió en él y en los días previos a esta final ya veía a Álex llamado a hacer historia.

"Creo que él va a estar en un podio. Le he visto entrenando muy bien y creo que él está para cosas grandes. Va a estar en un podio, en la final de los 200 aquí", vaticinó con acierto Tenorio el sábado en Doha. (D)

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