Quién es Lucía Sánchez, una violinista de 96 años a la que Guayaquil reconoce su trayectoria artística

La violinista Lucía Sánchez Regalado dedicó 42 años de su vida a la Orquesta Sinfónica de Guayaquil, de la que es miembro fundadora.

Hoy, cerca de cumplir 100 años, ve reconocida su labor, su amor a la música y en especial al violín.

El Municipio de Guayaquil otorgó un reconocimiento a Lucía Sánchez, por sus méritos, cualidades y talento; y por dedicar su vida al desarrollo cultural de Guayaquil.

La gestión fue realizada a través de la Unidad de Proyectos ZUMAR del Municipio de Guayaquil, que dirige Romina Zeballos.

Aplausos a la violinista

La nonagenaria recibió el reconocimiento y cariño del Cabildo porteño por su impecable trayectoria.

El diploma, firmado por la alcaldesa Cynthia Viteri, destaca a Lucía Sánchez como artista ecuatoriana, que ha “descollado por su dominio y virtuosa ejecución del violín”.

La acompañaron al acto familiares cercanos y por parte del Municipio asistieron Martha Herrera, secretaria general municipal, y Romina Zeballos.

Lucía Sánchez comenzó a ejecutar el violín en la infancia, en el conservatorio de Cuenca. Foto: Municipio de Guayaquil

Nació en Azogues y con la música creció

Lucía Sánchez, descrita hace más de 10 años en un reportaje de El Universo, es alegre y algo tímida. Devota de la Virgen del Carmen.

Decía que una estampa con la imagen mariana llevaba a los viajes, para que la protegiera. No hay día que no le rece, así como no había domingo que dejara de ir a la misa, ni mañana que no acudiera a los ensayos de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil.

Toca el violín, un instrumento que ama y que comenzó a ejecutar en la infancia, en el Conservatorio de Cuenca, al que ingresó en 1939, recuerda.

Nació el 3 de abril de 1925 en Azogues. Contó al citado medio que su niñez transcurrió entre Loja y Cuenca.

A los 22 años, tras quedar huérfana de madre, se fue a Guayaquil e ingresó al conservatorio, donde tuvo como profesor al maestro José Barniol.

Pronto se casó y abandonó el violín, porque a su esposo no le gustaba que tocara. “Empecé a tocar las ollas”, confesó entre risas.

La vida conyugal duró 16 años.  Lucía no tuvo hijos y decidió volver al violín. En 1966 ingresó a la Sinfónica guayaquileña.

Esta mujer, ejemplo para las nuevas generaciones, en entrevista con El Universo dijo que la música y la orquesta marcaron su vida. (I)