Comunidad
Jóvenes de “Por un Futuro sin Drogas” recibieron mensaje positivo de Luisito Comunica en el Budokan
Ya entrada la noche de este domingo 17 de noviembre, se inició la clausura del festival Budokan, que se inició el día sábado anterior con una explosión de entusiasmo y un público juvenil que siguió todas las presentaciones musicales y de animes que llenaron el escenario en la Plaza de la Integración, contiguo al Palacio de Cristal, en el sector sur del Malecón Simón Bolívar.
Organizado por la Empresa Pública Municipal de Turismo y Relaciones Internacionales de Guayaquil, el festival tenía como su máxima atracción la presentación del Youtuber Luisito Comunica, un influencer mexicano que, a sus 29 años, aúna a más de veinte millones de seguidores.
Sentados en primera fila, y con la expectativa en sus miradas, más de una docena de jóvenes del programa ‘Un futuro sin droga’, impulsado por la Alcaldesa Cynthia Viteri, esperaban pacientes la presentación. Sus mentes iban y venían, de un pasado reciente, complicado por la adicción, a un presente lleno de una promesa de vida, de volver a ser dueños de su día y a mirar esperanzados el futuro. Verdaderamente, la acción de la alcaldesa los ha beneficiado y alejado de un pasado al que ya no quieren volver, ‘ni en sueños’. Con blue jean y una chaqueta también de jean, con una iguana pintada en su espalda, que, dijo, representa a nuestro país como el animal simbólico, el youtuber mexicano hizo su entrada en medio de la algarabía juvenil. Pronto se despojó de la chaqueta y dejó al descubierto la camiseta de la Tri. Y comenzó a narrar sus andanzas, su especialización en la plataforma digital, su visión particular sobre la gente y lugares que visita en sus viajes. Contó de cómo principió todo, y se detuvo en uno que otro detalle que le llamó la atención, que, en Nicaragua, que, en Venezuela, lo indecible de una tragedia marcada por la escasez de todo, y cómo no lo dejaron entrar en un país de Indochina.
Pero lo que más le impresionó, comentó, fue la vertiginosa velocidad de degradación de las personas que caen en la adicción a la droga. Y pasó videos de entrevistas a jóvenes, con respuestas inconclusas, ideas inacabadas, monosílabos en una especie de trabalenguas trágico, combinado con fantasías y miradas al vacío. Gente joven, señaló, gente que ya no tenía futuro sino el próximo pitillo o pastilla. Y cuando regresaba, siempre se encontraba con que ya no se encontraba aquel, que le contó su sueño de viajar, o el otro que le dijo cuándo vería a sus padres, sencillamente, porque habían muerto, víctimas de una sobredosis o de un corazón enfermo de ausencia de ilusiones. Y ellos, los doce, se miraban entre sí y sus miradas se angustiaban, porque eran sus historias que se contaban, pero ellos habían tenido mejor suerte y aún estaban en esta redonda y querida tierra. Se quedaron en silencio, pero con la firme determinación de no volver más a ese submundo de degradación y olvido. Al terminar la función sus miradas denotaban, entre ellos, la complicidad de la felicidad, de la satisfacción, de estar vivos, de tener la oportunidad de forjar su futuro. Seguramente, sus vidas tendrán un nuevo impulso, una nueva oportunidad.
Son los primeros frutos de una consigna que acompaña a la alcaldesa Viteri desde antes de su campaña para la primera función municipal. Siempre lo ha repetido, “que primero son nuestros chicos, que tienen que saber que estamos con ellos, que los apoyaremos y que nunca los abandonaremos” y, ahora, también Guayaquil está con ellos. (I)