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Comunidad

Festejos reunieron cultura y sabores en parroquias cuencanas

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Más allá del juego con agua y espuma, el carnaval rescata tradiciones, costumbres y une a familias y vecinos.

En este año no fue la excepción, pues parroquias como Tarqui, Ricaurte y Sinincay se organizaron para protagonizar una verdadera fiesta, con música, desfiles y gastronomía.

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El carnaval en Tarqui se inició con el Jueves de Compadres, realizado en la comunidad de Chaullayacu. Aquí los vecinos se encontraron desde tempranas horas para la preparación de cuyes, cerdo y dulces de higo y durazno.

Como una tradición parroquial, el Taita Carnaval del año anterior entregó una cruz bien adornada a su sucesor, que fue quien presidió el desfile.

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Otra parroquia que celebró el carnaval desde la riqueza gastronómica azuaya fue Ricaurte con la elaboración del mote pata más grande del país.

En el centro parroquial se observó una gigante paila, en la que se prepararon 250 libras de maíz pelado y dos cerdos enteros.

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Pero este no fue el único componente de fiesta, sino también hubo un multitudinario desfile, en el que la alegría y colorido se apodero de los habitantes y visitantes.

Mientras tanto, en la parroquia Sinincay, se desarrolló el II Festival de las Comparsas de Carnaval, con la participación de barrios, comunidades, instituciones educativas y familias, además de carros alegóricos en los que se resaltó la habilidad e ingenio.

Luego del desfile, se degustó el pan con dulce donado por familias, lo que da cuenta que el carnaval es unión y compartir. (I)

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