Cuando la maternidad llega en una llamada telefónica y no en un quirófano: la valiente historia de Evelyn Camacho

Evelyn Camacho tiene 34 años y desde que era niña soñaba con ser mamá y formar una familia llena de amor. Siempre supo que ese sueño empezaba con encontrar a la persona adecuada, y cuando Henry Jurado llegó a su vida supo que él era ese compañero indicado.

A los 23 años, Evelyn y Henry, quien entonces tenía 26, decidieron unir sus vidas en matrimonio y prometerse amor eterno ante Dios. Después de cinco años de casados, Evelyn sintió que era el momento de convertirse en madre. Sin embargo, una condición médica inesperada hizo que ese deseo tan profundo se volviera, por un momento, inalcanzable.

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La noticia de que no podrían tener hijos biológicos fue un golpe muy duro. Juntos atravesaron un proceso de duelo, de aceptar y resignarse ante algo que no estaba planeado. Pero el amor que los unía fue más fuerte, y con el tiempo comenzaron a abrir su corazón a nuevas formas de ser padres. Así fue como se inició su camino hacia la adopción.

En abril del año pasado comenzaron oficialmente el proceso en el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES). Llenaron formularios, se sometieron a evaluaciones y esperaron con esperanza el día en que serían aprobados como padres adoptivos. Ese día llegó con una llamada que cambió sus vidas para siempre. Fue un viernes 10 de mayo del 2024, justo antes del Día de las Madres, cuando el MIES les informó que eran aptos para adoptar y que había un niño esperando una familia.

Evelyn Camacho junto a su familia. Foto: Diario Qué.

Aunque solo ellos sabían la noticia, decidieron celebrar ese domingo 12 su primer Día de las Madres en silencio, agradecidos con Dios por ese regalo que ya sentían en su corazón. Un mes después, el 10 de junio, conocieron a David, el niño que llegaría a llenar su hogar de vida, risas y amor.

“Nunca imaginé que nos asignarían a un niño tan pequeño. Fue un milagro. Tenemos todo de él: su cordón umbilical, sus primeras fotos”, recuerda Evelyn con mucha emoción.

Ese primer abrazo fue inolvidable. Aunque sentía miedo por la nueva etapa que comenzaba, su corazón estaba lleno de alegría. David, que en ese entonces tenía apenas 1 año y 8 meses, le mostró una nueva forma de ser madre. Una maternidad distinta, pero igual de profunda.

Hoy, casi un año después de la adopción y a pocos días de celebrar su segundo Día de las Madres, Evelyn reconoce que el camino no ha sido fácil. Ha enfrentado aprendizajes y desafíos. Pero también descubrió que el amor no nace del vientre, sino del corazón.

Evelyn Camacho junto a su hijo. Foto: Diario Qué.

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GUAYAQUIL /  Patricia Espinoza