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La marimba es la herencia que deja Petita Palma

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El carisma, alegría y el baile se mantienen en Petita Palma Piñeiros, una de las propulsoras de la marimba y la música afroesmeraldeña ancestral. A sus 92 años expone su canto de arrullos y baile de marimba, con su respectiva pausa. Entre bromas dice que parece tener 15 años, gracias “a Dios y al tapao […]

La esmeraldeña cantó y bailó, llena de energía en el evento “Tambores de Libertad” el mes pasado. Foto: Luis Freire Adrián
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El carisma, alegría y el baile se mantienen en Petita Palma Piñeiros, una de las propulsoras de la marimba y la música afroesmeraldeña ancestral. A sus 92 años expone su canto de arrullos y baile de marimba, con su respectiva pausa.

Entre bromas dice que parece tener 15 años, gracias “a Dios y al tapao (tapado)”, plato típico esmeraldeño elaborado a base de pescado y plátano. En la actualidad va al gerontológico de la Fundación Amiga, que dirige el sacerdote Silvino Mina.

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Ahí colabora enseñando cantos y el baile de marimba, luego de compartir manualidades y otros oficios. En noviembre arribó una delegación de suizos a la Fundación Amiga. Ella presentó la marimba. Como no había músicos para los instrumentos, improvisaron cantos con arrullos a capela. Doña Petita va a este lugar de lunes a viernes, de 08:30 a 15:30, comenta su hijo Alberto Castillo.

Su hijo Alberto también construye artesanalmente las marimbas (instrumento de percusión originario de África), en la casa de los Castillo Palma, barrio El Potosí, sur de la capital esmeraldeña. El oficio lo aprendió de su reconocida madre, Petita.

Sabe desde la fabricación hasta su afinación. Petita comenta que su abuelo, Ascencio Palma, solía hacer las mejores marimbas de antaño, las clásicas.

Ella nació en la parroquia Carondelet, cantón San Lorenzo, norte de Esmeraldas. En su niñez y juventud aprendió los relatos que contaban sus abuelos, en medio de la naturaleza. Siguió con el legado y decidió cantar arrullos, convirtiéndose en la “Negra marimbera”, como le decían hace bastante tiempo.

Aquel apelativo no la hizo declinar y con las palmas de las manos, palos, piedras y tarareando, Petita empezó a entonar sus melodías junto a tres guitarristas. Su primer tema fue El bambuco, luego El andarele, que en la actualidad se ha convertido casi como un himno afro para los esmeraldeños.

En 1969 creó su primera escuela de danza, canto y marimba. En 1972 fundó el grupo Tierra Caliente, con el que se presentó en Ecuador y en el extranjero. También fue docente de Cultura Ancestral en la Universidad Luis Vargas Torres.

Solo dos de sus hijos continúan con su tradición, pero Petita aspira a que sus nietos y bisnietos mantengan el legado. (I)

Fuente: El Universo

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