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Este es el legado artístico que deja el maestro Enrique Tábara, quien falleció a los 90 años en Los Ríos

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El artista Enrique Tábara era guayaquileño de sangre pero vivió sus últimos días en Quevedo, provincia de Los Ríos. El maestro, como muchos le llamaban por su aporte al arte ecuatoriano, falleció este lunes 25 de enero en su hacienda. Por ello, les presentamos parte del legado que dejo este reconocido pintor. De acuerdo a […]

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El artista Enrique Tábara era guayaquileño de sangre pero vivió sus últimos días en Quevedo, provincia de Los Ríos. El maestro, como muchos le llamaban por su aporte al arte ecuatoriano, falleció este lunes 25 de enero en su hacienda. Por ello, les presentamos parte del legado que dejo este reconocido pintor.

De acuerdo a lo expuesto por sus hijos, Tábara falleció por causas naturales y a los 90 años. Además, El Universo comparte que el próximo 21 de febrero el artística iba a cumplir 91 años. Sin embargo, la mayor parte de la vida de Tábara fue dedicada al arte.

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Lo suyo fue desde siempre la pintura, siendo consecuente con este principio toda la vida. Las primeras influencias de Tábara de las corrientes plásticas universales las recibió del expresionismo indigenista, se indica en su página web. Esta coloca en sus lienzos a personajes que por su etnia y condición de explotados fueron invisibles en los cenáculos del arte. 

El guayaquileño Enrique Tábara es uno de los referentes de la pintura ecuatoriana. Foto: Archivo / El Universo

Sin embargo, a diferencia de los pintores indigenistas, Tábara empieza a retratar a los personajes de su entorno, creando su propia versión tropical del realismo social. Este extraordinario creador plasma con pasión intensa personajes marginales, los carboneros, las prostitutas, protagonistas pobres y suburbiales del puerto.

Esta innovación en el arte lo resalta, lo convierte en ícono pero también lo rodeaba de críticas que se fueron desvaneciendo en el tiempo. Enrique Tábara queda en la memoria de los ecuatorianos y sus pinturas en su hacienda en Quevedo, que quedó como un proyecto incompleto del pintor: su propio museo.

Un joven dedicado a la pintura

En una de sus últimas publicaciones en su página de Facebook, el pintor compartió que desde los cuatro años encontró el interés en las artes. Esta revelación, según cuenta, ocurrió mientras observó unas torteras –diminutas piezas de cerámica– y viendo esos dibujos precolombinos de pelícanos, monos, pájaros y peces quedó hechizado por el arte. “Ese fue el primer momento que le cogí amor a todas esas culturas y formas artísticas que han inspirado mi trabajo”, indicó. Este fue el escenario que lo impulsó a dibujar para años más tarde comenzará a pintar con el apoyo de su hermana.

Aunque no culminó sus estudios en la Escuela de Bellas Artes (se retiró en 1951), su trabajo arduo y dedicación le permitieron resaltar en la cultura y el arte. Ese mismo año participó en la Exposición colectiva que realizaron en el Núcleo del Guayas Angel Bravo, Estuardo Maldonado y Eduardo Moran. En esta muestra vendió un cuadro titulado "Barrio de Carboneros".

Para 1953, Benjamín Carrión adquirió dos óleos ‘Mujeriego’ y ‘La Solterona’ para los museos de la Casa de la Cultura en Quito y Guayaquil. Entonces, se alzaron algunas protestas de parte de críticos, más bien conservadores, que calificaron de monstruoso el refinamiento estético de la institución. (I)

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