Ecuador
Mujeres que inspiran: Conoce a Erika Macías, la única operadora de grúa del Puerto de Aguas Profundas de Posorja
Guayaquil/ Prisilla Jácome
Desde su concepción, Erika Macías llegó a revolucionarlo todo. Llevaba tan solo un par de meses en el vientre de su madre cuando comenzó a dar las primeras pistas de sublevación. Sin conciencia y con atrevimiento inocente, se opuso al dictamen del doctor que con certeza de profesión había anunciado a su mamá que el producto de su embarazo sería un varón. El segundo de la familia, la tercera procreación de la pareja y el orgullo de un padre que no veía la hora de tener a un nuevo ‘hombrecito’ en sus brazos para heredarle toda su masculinidad. Pero el 14 de enero de 1985 no nació ningún varón, ningún heredero, ningún orgullo masculino. Nació ella, una mujer.
Con la llegada de la segunda hija del matrimonio, los planes del papá de Erika no cambiaron. Abel Macías se había ilusionado tanto con la idea de nuevamente transmitir sus conocimientos, que nada -o género alguno- iba a modificar su intención. Entonces, cuando el pequeño cuerpo de la recién nacida dejó de ser lo suficientemente frágil, él la introdujo en su mundo de motores, kilometrajes y cargas. Le mostró su pasión por los tráileres llevándola de copiloto por las autopistas del país, recorriendo ciudades distintas a su Portoviejo natal y enseñándole todo lo que sabía del vehículo a gran escala.
Sería impreciso decir si el motivo fue algo de lo que le dijo Abel o quizás lo que experimentó Erika de primera mano, pero ella se contagió de ese ‘amor hidráulico’. Tanto, que cuando llegaba la tradicional pregunta de qué aspirar a ser cuando grande, ella tenía una sola respuesta: “ser como papá, trailera”. La contestación arrancaba risas, producía ternura y causaba subestimación adulta. Sin embargo, cuando la respuesta no flaqueó aún con el paso de los años, la situación generó asombro y, en el caso de la mamá de Erika, perturbación. “A mi mamá no le gustaba la idea. Incluso cuando empecé a hacer el curso mi mamá se preocupó y me dijo: ¿No será que te me estás cambiando de sexo? Dime la verdad, yo soy tu madre”, recuerda aún sorprendida, porque para ese entonces ella ya ostentaba el ‘título’ de mamá de Jorge Alejandro (19) y Francesco (13). Sus dos niños, su adoración. “No, no tiene nada que ver una cosa que me guste con mi identidad sexual”, recuerda que le respondió segura. Para Ofelia Moreira, madre de Erika, no cabía explicación del porqué su hija quisiese optar por tener un certificado de operadora en maquinaria pesada en lugar de seguir sus pasos como personal de salud, un oficio de protección, cuidado y servicio. “Ella siempre quiso que yo fuera enfermera o que aplicara a algo de salud. Ella quería que sus dos hijas siguieran su rama. Mi hermana sí lo hizo, pero yo no. Yo quería optar por lo de mi papá, lo de mis hermanos, lo de mis tíos por parte de papá”, asevera. La desazón materna fue descomunal, pero no lo suficiente para hacer que su hija cambiase de parecer y de elección.
Erika tenía claro que quería ser operadora de máquinas. Estuvo entrenando para ello por mucho tiempo de la mano de sus dos hermanos, expertos en motoniveladoras por influencia paterna y quienes se convirtieron en sus primeros profesores después de que ella les pidiese que le enseñaran todo lo que sabían. Tras confirmar que de verdad lo deseara, Bryan y Tony (+) la capacitaron sin recelo ni condescendencia. “Me enseñaron desde abajo, recogiendo las canecas de diésel y limpiando la máquina porque así tenía que aprender”, expresa sin asomo de queja y, más bien, recuerda que demandaba más. “Yo ni los dejaba dormir. Cuando guardaban su máquina para descansar yo les pedía que me la prestaran para seguir practicando, pero me decían que al día siguiente y yo soñaba con manejarlas, con que fuera mañana para que me enseñaran”, recapitula aún con ilusión.
Soñar en grande Tuvo buenos maestros y eso la llevó a dominar una motoniveladora y la sensación de que lo podía hacer todo en este campo. “Yo vi la aceptación por parte de mi papá y mis hermanos en esta profesión y por eso me abrí totalmente como yo era y puse todo de mi parte para poder aprender y seguir escalando, escalando y escalando, porque para mí una sola máquina no era suficiente. Máquina que yo veía, máquina que yo pedía que me enseñaran y nunca me dijeron que no, porque vieron en mí esa actitud de querer aprender de verdad”, explica.
Esa motivación hizo que crecieran sus aspiraciones, sus metas y sus sueños. Acudió a cursos, charlas y capacitaciones para seguir aprendiendo. Y, si bien encontró a gente que se convirtió en su escalera, admite también que enfrentó a otros que no se parecían a los hombres de su casa. Fueron muralla, bache y obstáculo, pero nada que su convicción no pudiese sobrellevar. DP World, la empresa que opera el Puerto de Aguas Profundas de Posorja, y para la que ella trabaja desde hace tres años, la escogió por su historial para que aprendiese a dominar las infraestructuras que sirven para la carga y descarga de contenedores. Y ella no dijo que no. Viajó al puerto de Santos, Brasil, se formó y retornó decidida a que quería trabajar en la de mayor dimensión, la grúa QC. Tiene una lista de motivos que justifican su elección. “Por la altura, por la manera de trabajar al 100% cuando hay un buque, por la adrenalina, por la emoción que se siente allá arriba, por el paisaje que tienes, porque es algo demasiado increíble. Disfruto mucho haciendo mi trabajo ahí. Es algo excepcional”, dice sonriente y orgullosa, pues sabe que es la única mujer en el puerto que realiza esa labor abarcada por hombres.
Orgullo femenino
Erika admite que le gusta trabajar en DP World no solo por las oportunidades que le han brindado o por lo que ha conseguido, sino también porque le han permitido sentirse orgullosa de ser mujer. Con un maquillaje pulcro debajo de su mascarilla, señala que pequeños aspectos como ese le hacen apropiarse de su género y disfrutarlo. Algo que, asegura, en otros trabajos no ha sido así. “Siempre me ha gustado mezclar eso, porque el hecho de que uno esté en un lugar que según es solo de hombres no significa que esa mujer de ley tiene que tener otras preferencias sexuales. Esta es mi carta de presentación. Hago cosas de hombres, pero soy mujer, me gusta mi feminidad. Me gusta mi maquillaje, no lo puedo dejar a un lado, ni mi coquetería. Es mi esencia también”, recalca la mujer de 37 años.
Y si el verse como mujer es maravilloso, asegura que lo es más sentirse en un lugar donde no es la única que inspira. “Nosotras aquí tenemos unos cargos que nadie se imagina y me admiro tanto porque son mujeres. Desde mi jefa que es la superintendenta hasta compañeras que te dan órdenes y te dicen dónde llevar un contenedor para ponerlo en alguna parte del buque. Me inspiro muchísimo aquí y de verdad me siento orgullosa por ellas”, expresa con tanta admiración, que ni la grúa pórtico que maneja, capaz de soportar hasta 80 toneladas, podría con tanta fuerza femenina. (I)
Barredora, tampo (rodillo de 9 neumáticos para asfalto), rodillo de afirmado, rodillo de doble tambor, motoniveladora y Dumper 775 G son las máquinas que sabe operar Erika y las que demuestran lo polifuncional que es en maquinaria pesada. Pero no lo es todo. Desde 2019, sumó a este listado dos grúas pórticos descomunales en tamaño y con funciones distintas a las máquinas de campo: la RTG y la QC.