Comunidad
Monjas del monasterio de Santa Catalina de Siena tienen su propia farmacia
Jarabes, cremas, lociones, hostias, vino de consagrar, son algunos de los productos elaborados por las mismas religiosas que habitan en el monasterio de Santa Catalina de Siena, ubicado en las calles Flores y Espejo del Centro Histórico.
Esa actividad se realiza con el fin de sustentar a la comunidad, que al ser de claustro, solo podían venderlos a través de un torniquete previo a la pandemia. Sin embargo por la situación ya no pueden atender. Según explicó en un comunicado el Instituto de Patrimonio (IMP), la solución ha sido adecuar un local adjunto a la abadía en el que una persona externa se encarga del expendio de todo tipo de productos que fabrican las monjas.
“Tenemos alimentos que suben las defensas como la ‘gelatina de pichón’ ideal para las personas que han perdido el apetito; para los niños que no pueden o no quieren hablar les recomendamos una copita de vino de consagrar, después no pararán de hablar”, comentó Sor María Natividad Espín, priora de Santa Catalina. También tienen diferentes tipos de cremas: para las arrugas, que nutren la piel, limpiadoras, la de ‘leche de burra’; jabón líquido, champú de ortiga, de romero, nogal, sábila, extractos de lavanda, menta, limón y muchas más. El horario de atención de la ‘farmacia monástica’ es de lunes a viernes de 08:00 a 16:00 y sábados de 09:000 a 12:00.
La semana pasada, el Municipio de Quito entregó las obras de mantenimiento ejecutadas por el IMP en este lugar, considerado parte del patrimonio tangible de la capital. (I)