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Martha Merizalde pudo reinventarse y su clave es el apoyo familiar

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La vida profesional de Martha Merizalde Villavicencio siempre ha estado marcada por los números. Desde su primer trabajo en el Centro de Investigaciones Económicas de la Universidad Católica de Guayaquil, pasando por la Bolsa de Valores de la ciudad hasta la Cámara de Comercio de Guayaquil.

Su perfil, señala, ha sido siempre económico, pero en el 2004, ya en la Cámara de Comercio, ese chip tuvo que cambiarse a uno de servicio. Desde entonces el trabajo en atención al cliente empezó a marcar un cambio en su mundo profesional.

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Ascendió cuanto pudo en la Cámara hasta llegar a ser gerente del club de la institución. En el 2012, con su segundo embarazo, Martha decidió dejar la vida bajo relación de dependecia para asumir un nuevo proyecto.

Entonces nació el Centro de Reuniones y Capacitaciones de Guayaquil, una iniciativa en la que Martha puso el expertiz de sus últimos 15 años.

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“Tuvimos el apoyo de contactos, amigos. Mi esposo que trabajaba en otro lugar se unió a la iniciativa y desde entonces la llevamos adelante”, señala Merizalde.

Al principio fue muy duro, admite, pero lo importante fue arriesgarse, levantarse de los errores y tomar decisiones inteligentes. La confianza y una buena reputación han sido los pilares para que el centro pase de ser una operadora de capacitación a una organizadora de eventos a nivel nacional e internacional.

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“Hoy somos referente en esta materia y hemos recibido el respaldo de instituciones como el Municipio”, afirma con orgullo Martha Merizalde. (I)

“A lo largo de nuestra trayectoria tuvimos que reinventarnos. No nos quedamos en los errores”.

Martha Merizalde
Directora del Centro

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