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La noble labor de Don Gonzalo, el hombre que cuida a más de 60 perros abandonados en Quito

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Ni haberse contagiado de COVID-19 disminuyó las ganas de don Gonzalo Ushiña de cuidar a sus 67 perros de la calle a los que califica como ‘sus hijos’. Tiene a sus mascotas en diferentes puntos en el sur de la ciudad de Quito y a todos los alimenta, baña, acaricia, peina, les corta el pelo y hasta juega en la hierba como uno más de la manada, el hombre dejó su trabajo para estar con sus perros, reseña Ecuavisa.

Esta vocación de brindar cuidado a los perros abandonados comenzó hace 10 años cuando logró rescatar a "Chucho", su primera mascota. Este defensor de los animales confesó que en sus inicios hacía casitas en los parques para que no pasaran frío. Todos los días, desde muy temprano don Gonzalo sale con su carreta llena de alimentos para recorrer los ocho sectores de la capital ecuatoriana donde están distribuidos "sus hijos". "La rutina comienza a las 04:30 cuando preparo las ollas de comida y a un cuarto para las 5 les estoy dando de comer, hasta las 3 o 4 de la tarde", comenta con orgullo a la televisora.

Algo que revela la conexión que tiene don Gonzalo con sus mascotas, es que cuando llega al parque de la Clemente Ballén, donde tiene unos 17 perros, sólo con silbar lo reconocen y acuden al llamado para recibir su alimento, momento cuando él aprovecha para acomodar las casas y cobijas.

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Le ganó a la COVID-19

Don Gonzalo contó que contrajo COVID-19 y debido a complicaciones con la enfermedad, estuvo hospitalizado sin embargo, se las ingenió para tener presentes a sus perros. "Estuve con oxígeno 12 días y desde el segundo bloque del hospital yo veía a mis perritos", relata.  Dice que estos ángeles de cuatro patas se convirtieron en su fuerza para luchar por su salud.

La pandemia no sólo puso en riesgo su vida, las donaciones que recibe para poder alimentar a sus mascotas también bajaron debido a las restricciones en la ciudad. "La ayuda me ha bajado bastante y me desespero porque veo que necesitan la comida", afirma. "Cuando ellos comen me siento bien y cuando no hay es una tristeza para mí", señala. Don Gonzalo dice sentir mucha tristeza cuando no puede garantizar la comida para sus perros. (I)

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