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Construir guitarras, un talento que ‘suena’ a oficio
Lo que más extraña de Tisaleo son los campeonatos de indor-fútbol. Para el luthier Wilfrido Barona Rosero, los partidos que ‘se pegaba’ junto a sus vecinos y amigos en su natal poblado son inigualables en Guayaquil.
Sin embargo, con más de 30 años en esta tierra de calor y oportunidad, Barona siente a la urbe porteña como su hogar. Hoy, las guitarras y requintos que fabrica con detalle sirven para que músicos aficionados y profesionales conviertan en canción a ‘la Perla’.
“De jovencito me vine a Guayaquil a trabajar; acá yo pude ser mi propio jefe, tener mi taller, mi tienda de guitarras. Allá (Tisaleo) había muchos artesanos, uno trabajaba para que otro ponga su marca”, recuerda Barona. En el patio de su hogar está su taller, en las calles Maldonado y Los Ríos. A solo algunas cuadras de allí, en Gómez Rendón y Guerrero Valenzuela, su esposa vende los instrumentos que con pasión Barona elabora desde cero. A ese dúo que no se ha dejado batir por la competencia extranjera de guitarras más baratas, hoy se suma Daniel, su hijo y heredero.
De las enseñanzas de su papá ha aprendido a reconocer y manejar la madera que les traen desde varias regiones: pino, chagul, nogal, cedro, canel, y más. “Yo me siento listo para tomar el trabajo cuando él me diga; creo que es un lindo oficio”, asegura Daniel, quien también cree necesario revitalizar la manera que se desarrolla el negocio.
“La principal competencia es el producto chino, lo hay de mala calidad y también buena. Comprar sus mejores insumos serviría para mejorar nuestra labor”, opina este joven al que un oficio del ayer ‘le suena’ a un armonioso mañana. (I)
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